ABC (1ª Edición)

¡SALVAR A PEDRO SÁNCHEZ!

Como el soldado Ryan, su salvación está dejando el campo lleno de cadáveres. Menos el suyo

- JOSÉ MARÍA CARRASCAL

COMO entre las fuerzas aliadas en Normandía se extendió el grito «¡Salvar al soldado Ryan!», entre la progresía suena «¡Salvar al presidente Sánchez!» con alarma y angustia justificad­as, pues Sánchez es la última esperanza de una izquierda sin rumbo, ideas ni liderazgo, incapaz de afrontar la problemáti­ca de nuestros días. Desde la crema de la intelectua­lidad a los más humildes gacetiller­os se han puesto a defender a capa y espada la tesis doctoral de Pedro Sánchez, consciente­s de que se juega no ya su prestigio académico, que nunca tuvo, sino su presidenci­a, lo que sería para ellos catastrófi­co. Así que cuantos tienen cuentas pendientes con España le defienden, incluido Picardo, premier de Gibraltar, que arremete contra ABC (hay enemigos que honran), mostrando a Hitler en nuestra portada, y anunciando que está a punto de llegar a un acuerdo con el Gobierno español que libraría a la colonia de los efectos negativos del Brexit y la convertirí­a en capital del entorno. No nos extrañaría: si Sánchez está dispuesto a negociar con los independen­tistas catalanes, ¿cómo no va a hacerlo con los colonialis­tas probritáni­cos?

Pero volviendo a la tesis: lo primero que choca de la aclaración excusatori­a de La Moncloa es que uno de los test a que la sometió detecta un 13% de «coincidenc­ias» entre Sánchez y otros autores, «lo que entra en parámetros normales», añade. Eso es tanto como decir «estoy un 13 por ciento preñada». Se está embarazada o no se está. Hay plagio o no lo hay. Los expertos dicen que depende de los criterios que se usen, las comillas que se pongan y cómo se cite a los autores. O sea, que pudo ser plagio o no. Y si el presidente se empeña en ir a los tribunales, va a encontrars­e con un lío mayor del que quiere salir, con cada experto diciendo una cosa distinta. Excepto que su tesis doctoral es un bodrio, en lo que todos coinciden. Por no hablar de ese libro, publicado a posteriori, que recoge lo fundamenta­l de la tesis, pero firmado por Pedro Sánchez junto a otra persona. Es la primera vez en la historia en la que el autor de una tesis, documento personal donde los haya, se presta a compartirl­a con alguien ajeno. A lo que se añade la inclusión de trabajos de miembros del tribunal que iban a juzgarla. Son sólo ejemplos de los agujeros que presenta, incluso sin entrar a fondo en ella. La pinta que tiene no puede ser peor. Ya el hecho de que se guardara bajo siete llaves en una biblioteca universita­ria era mala señal: todos los autores de tesis andan a la búsqueda de lectores de la suya y les digan qué les ha parecido. Hablo por experienci­a. Pedro Sánchez, en cambio, intentaba evitarlo. Claro que es un especialis­ta en situacione­s difíciles. En realidad, un escapista, un Houdini de la política: mantenerse el frente del partido perdiendo votos en cada elección, lograr la presidenci­a por la puerta trasera y ser doctor con una tesis llena de agujeros. Eso sí, como el soldado Ryan, su salvación está dejando el campo lleno de cadáveres. Menos el suyo.

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