El pueblo que se desenganchará de la red eléctrica
La localidad valenciana quiere ser en tres años autosuficiente solo con energías renovables
Los vecinos de Aras de los Olmos (Valencia) no conocen una semana sin un corte de luz en sus casas o negocios. De hecho, sucede prácticamente cada día. «Viene y se va, son cortes rápidos, pero estamos acostumbrados. Como alguien que vive en la ciudad y sabe que tiene que esperar en un semáforo, fastidia, pero es lo que hay», cuenta Mari Carmen, la carnicera del pueblo, que sabe de sobra cómo actuar ante estos cortes. «Nos esperamos a que vuelva, nos ponemos de acuerdo entre nosotras –dice señalando a una de sus clientas– porque la báscula no va, pero le digo a cuánto está el kilo de la carne y arreglado».
Aras de los Olmos es una población de 380 habitantes ubicada en el final de la línea de distribución de energía en la provincia de Valencia, por lo que sufre problemas de suministro «desde siempre», según explica a este diario su alcalde, Rafael Giménez. De ahí que haya decidido impulsar un proyecto pionero en España que consiste en el uso de los recursos naturales del propio pueblo para crear fuentes de energía renovables y poder autoabastecerse sin necesidad de depender de la red eléctrica que suministra la Administración pública.
Aunque la viabilidad del proyecto se verificó hace dos años, este nació muchos antes para, según explica Giménez, «dar soluciones» a las pequeñas industrias ganaderas y agrícolas cuyos cortes de suministro generan problemas económicos importantes. El responsable del proyecto y catedrático de Ingeniería Eléctrica de la Universidad Politécnica de Valencia, Carlos Roldán, explica que, el anteproyecto, presentado la pasada semana a Medio Ambiente, prevé el uso de cuatro fuentes de energía para abastecer a los vecinos de Aras: la fotovoltaica, la eólica, la biomasa y la hidráulica.
Para comenzar a aplicar el proyecto, cuyo presupuesto ronda los cuatro millones de euros, el Ayuntamiento debe obtener el visto bueno de la Administración, aunque el equipo confía en no tener problemas. El impuesto al sol, las cuestiones legislativas y la burocracia administrativa son algunas de las incógnitas que, según indica el alcalde, han tenido que ir despejando. «Esto es un autoconsumo, y las empresas distribuidoras que tenían que recibir la energía no estaban dispuestas a ello, porque la ley de alguna forma lo impedía», señala Giménez.
En cuanto a la financiación, se muestra optimista y cree que durante el mes de septiembre obtendrá el dinero –público y privado– necesario para la puesta en marcha de este proyecto, que tiene dos fases de desarrollo. En la primera, indica el catedrático, se instalarían las fuentes de energía y toda la tecnología necesaria para hacer funcionar el sistema de abastecimiento, que seguiría conectado a la red de la Administración pública. La segunda fase, en cambio, «es de investigación». En opinión de los expertos, esta es la más importante, «en la que hay que innovar», y ver cómo tienen que funcionar las distintas fuentes de energía en función de la demanda del municipio.
«No hay ningún precedente. Ese es nuestro reto. Queremos autoabastecer la demanda de energía del municipio el 100% las 24 horas del día, los 365 días del año», añade el alcalde de Aras, que cree que lograrán el objetivo en unos tres años.
Mutaz Alajami, ingeniero de la empresa municipal de servicios y suministros, también participa en el proyecto. Es uno de los pocos jóvenes que viven en el pueblo, y admite que las «caídas» de Internet son habituales y los problemas de luz se agravan cuando hay más gente (en verano la población se multiplica hasta por cinco) o cuando suceden temporales. Alajami indica que, a pesar de que la fuente de energía más barata es la fotovoltaica (también es la que más durabilidad presenta en el tiempo), el proyecto necesita de las otras tres para que, cuando no haya viento o sol, las otras dos fuentes generen energía. De ahí que el «éxito» del plan dependa de la planta de biomasa, aseguran los expertos, ya que es la única cuya cantidad de energía «se podría controlar».
Los responsables de este proyecto tienen ciertas dudas sobre su aplicación en otras ciudades. El tamaño de la población a la que abastecer y la inversión tecnológica son dos factores a tener en cuenta: «Cuanto más grande sea una ciudad, más cantidad de energía necesitará y más terreno para instalar las infraestructuras», explica el catedrático de la UPV. No obstante, asegura que el proyecto de Aras «dará mucha información útil, incluso si este no llega a la última fase».