ABC (1ª Edición)

La ira de los océanos

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La imprudenci­a y el exceso de confianza se han cobrado un buen número de vidas en la costa Este norteameri­cana, donde miles de afectados hicieron oídos sordos a las alertas administra­tivas. Ignoraron las órdenes de evacuación o, peor aún, decidieron regresar a sus hogares cuando el riesgo, con los ríos desbordado­s, era máximo. Con al menos quince víctimas mortales, el huracán Florence avanza a paso lento hacia el interior de Estados Unidos después de anegar las dos Carolinas. «Salgan de su camino», había pedido Donald Trump. «No puedo decirlo más claro: las aguas están subiendo, y si no tienen cuidado pondrán su vida en peligro», dijo el gobernador de Carolina del Norte. Ni caso. Los miles de millones de litros caídos en los últimos tres días han provocado una riada aún imprevisib­le, con crecidas, como la del Cape Fear, de veinte metros.

En Filipinas, la tragedia desatada por el supertifón Mangkhut, con vientos por encima de los doscientos kilómetros por hora, cogió despreveni­dos a miles de habitantes. Entre los 59 muertos que dejó el ciclón figuran treinta mineros, víctimas de un corrimient­o de tierras ocurrido en el norte del país. Tras asolar Filipinas, el huracán comenzó ayer a azotar Hong Kong, donde dejó dos muertos y graves inundacion­es, y Macao, cuyos casinos tuvieron que echar el cierre ante la violencia de las lluvias.

 ?? EFE ?? El centro de Hong Kong, anegado por las lluvias
EFE El centro de Hong Kong, anegado por las lluvias
 ?? EFE ?? Un agente de Policía traslada a una niña, ayer en Hong Kong
EFE Un agente de Policía traslada a una niña, ayer en Hong Kong

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