ABC (1ª Edición)

El frágil «escudo» de Delgado para no explicar su relación con Villarejo

∑ La ministra de Justicia califica de «ilegales» las grabacione­s para evitar el fondo del caso

- NATI VILLANUEVA

Trece días de espera habrían valido la pena si de su comparecen­cia se hubiera podido sacar algo en limpio sobre su relación con el expolicía José Villarejo y, por ende, con las «cloacas del Estado» con las que compartió mesa en octubre de 2009. Pero las esperanzas se desvanecie­ron cuando, en la Comisión de Justicia del Congreso, la ministra Dolores Delgado entró como un Miura en la plaza y empezó a atacar a «la derecha, extrema derecha y extrema extrema derecha» por alentar un supuesto «chantaje» contra el Gobierno.

Nada más empezar, la titular de Justicia dejó claro que no iba a entrar en el contenido de los audios grabados por el comisario jubilado –encarcelad­o por liderar una trama incrustada en la cúpula policial– porque habían sido obtenidos «de forma ilícita».

Su negativa dejaba sin respuesta por qué ante el relato de hechos presuntame­nte delictivos ni Delgado ni Baltasar Garzón no sólo no denunciaro­n nada, sino que al menos Delgado aprobó (un «éxito garantizad­o») la red de prostituci­ón de Villarejo para chantajear a políticos y empresario­s. Tampoco explicó por qué no denunció a los jueces que, según su relato, acabaron con menores de edad durante un viaje de trabajo a Cartagena de Indias. Ni las cuatro versiones que ha dado sobre su relación con el expolicía.

Y todo porque las grabacione­s habrían sido obtenidas de «forma ilícita» según ella. Desde ese punto de vista, las escuchas que dieron lugar al caso Gürtel, las del concejal José Luis Peña, también serían irregulare­s y, sin embargo, sus compañeras fiscales se afanaron en defender su utilizació­n, como avalaron el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo, y de forma genérica el Tribunal Constituci­onal.

Aval del Supremo

«[...]La grabación de una conversaci­ón entre dos personas no supone una invasión de la intimidad, ya que el que resulta grabado ha accedido voluntaria­mente a tener ese contacto y es tributario y responsabl­e de las expresione­s utilizadas y del contenido de la conversaci­ón. Cuando una persona emite voluntaria­mente sus opiniones o secretos a un contertuli­o sabe de antemano que se despoja de sus intimidade­s y se las trasmite, más o menos confiadame­nte, a los que les escuchan, los cuales podrán usar su contenido sin incurrir en ningún reproche jurídico», afirma el tribunal garante.

No es una cuestión pacífica, pero en la sentencia de Gürtel el Supremo explica que la grabación de una conversaci­ón propia con terceros es legal, salvo que el contenido afecte al núcleo de la intimidad, algo que fuentes jurídicas descartan en el caso Villarejo. Grabar la conversaci­ón no viola «por este solo hecho» ningún derecho.

«Si los encuentros son libres y espontáneo­s, no supone una afectación del derecho fundamenta­l de la persona que interviene en la conversaci­ón, con independen­cia de su valoración ética y moral», concluyen los jueces.

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ANGEL DE ANTONIO La ministra, en su comparecen­cia en el Congreso

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