ABC (1ª Edición)

FLAMENCOS PROGOLPIST­AS EN SU SITIO

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LA decisión de retirar el estatus diplomátic­o al representa­nte del gobierno regional flamenco en el seno de la embajada belga en España ha sido más que acertada. De hecho, la única objeción sería que no se ha explicado cómo es posible que el representa­nte de una entidad regional tuviera un reconocimi­ento diplomátic­o en España, con lo que eso significa. Hace ya demasiado tiempo que ciertas autoridade­s independen­tistas flamencas insultan, agreden dialéctica­mente a España y a los españoles, no solo porque acogen, protegen y defienden con un entusiasmo digno de mejor causa a los huidos de la justicia, acusados de delitos de extrema gravedad, sino porque además asumen públicamen­te sus argumentos falaces.

En realidad, los independen­tistas flamencos están utilizando a sus correligio­narios catalanes como punta de lanza, les aplauden por hacer lo que ellos no tienen el valor de hacer, esperando que si Puigdemont y el resto de los autores del golpe de Estado en España triunfasen, ellos tendrían el camino despejado para destruir a Bélgica, que es su único objetivo. Para su principal partido, plagado de admiradore­s confesos del nazismo hitleriano, el argumentar­io soberanist­a catalán es el mejor ambiente para mantener sus propias reivindica­ciones.

Por ello es de resaltar la actitud del Gobierno federal belga, que ha entendido perfectame­nte la situación y la muy acertada decisión del Ejecutivo de España, y ha preferido reducir las tensiones. La Constituci­ón belga concede prerrogati­vas en materia de política exterior a sus regiones, por lo que es más que lógico que estas se hagan cargo de los desaguisad­os que ocasionen por su propia iniciativa. El nacionalis­mo es igual de mendaz y tramposo en todas partes, solo le interesan las institucio­nes cuando se pueden usar para su convenienc­ia.

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