OKUPA Y TÍTERE
El «rey» Sánchez reina, pero no gobierna. El consorte Iglesias ya lo hace por él
ALAS monarquías parlamentarias donde la soberanía del pueblo se rige desde un parlamento y una constitución, se les atribuye la famosa frase «el rey reina, pero no gobierna». Dicha expresión –del latín «Rex regnat et non gubernat»–, fue pronunciada por primera vez allá por el último cuarto del siglo XVI en boca del canciller polaco Jan Zamoyski que, tras enfrentarse al rey Segismundo III en el Parlamento de la Mancomunidad de Polonia-Lituania, osó reprocharle su protagonismo político y le invitó a limitarse simplemente a asumir el papel de rey sin inmiscuirse en asuntos de Estado.
Salvando distancias con la realidad regia de este país –porque no es el caso–, y con los protagonistas de uno y otro siglo –hoy, por cierto, personajes con bastante menos abolengo y, espero y rezo, menor nivel histórico para la posteridad–, en España vivimos una situación política, quiero pensar no de Estado, que da por buena la susodicha frase. Porque el rey consorte –sí, sí, en masculino, que sé de lo que hablo y de quién– está gobernando. Nuestro particular canciller Zamoyski. Es más, ha elaborado los próximos presupuestos para el país cual botín a repartir para mantener al monarca Sánchez en su okupada poltrona. Un rey –Doctor en Economía, ¡qué país, para un presidente que nos sale que sabe de números (o debería) deja que se los tejemanejen otros!– que no gobierna pero que para mantenerse en el poder se apoya en los partidos antisistema, que sí lo hacen, y son los encargados de pastelear con los enemigos del Estado español en su sede carceleria.
Y es que llegar a un acuerdo económico con Unidos Podemos para redactar unas cuentas para 2019, ya en poder de Bruselas –ya lo advertí el mismo día del anuncio, tras el «habemus» presupuestos, más que un pacto presupuestario es un preprograma electoral para la extrema izquierda–, ha sido el pistoletazo de salida para pactar en breve otros tipos de políticas entre el rey que no gobierna y el rey consorte, y poder seguir hasta el final de la legislatura con un bloque «sólido» de 151 diputados, superando los raquíticos 84 con los que cuenta hoy el partido en el poder. ¿Y de defender los intereses de los ciudadanos, sabemos algo?
No quiero creer que el resto de diputados de otras formaciones políticas con más representación parlamentaria –por tanto, más representantes del pueblo español– estén sin voz ni voto de manera voluntaria. Espero, y deseo, que hagan uso, que no abuso, de su realidad parlamentaria y pidan más transparencia a los actos, reuniones y pactos de un gobierno en coalición del que han salido unas cuentas destinadas a esquilmar España. Antonio Maura, quien fuera presidente del Consejo de Ministros de España (lo que hoy en día es presidente del Gobierno) y que ocupó el cargo en cinco periodos alternos entre 1903 y 1922, en cierta ocasión, declaró: «Yo, para gobernar, no necesito más que luz y taquígrafos». Pues... yo también. Al menos eso. Luz y taquígrafos, aunque sea en la sombra.