«Los protocolos no son suficientes para prevenir los abusos sexuales»
Juan Antonio Menéndez Obispo de Astorga
El presidente de la comisión que revisará las directrices contra la pederastia afirma que la Iglesia española está «empeñada en generar espacios seguros para los menores»
Monseñor Juan Antonio Menéndez (Grado, Asturias, 1957) presidió ayer en Madrid la primera reunión de la comisión –creada por los obispos en septiembre– para actualizar los protocolos sobre cómo prevenir y actuar ante un caso de abuso sexual. Este canonista conoce de primera mano las heridas incurables que este delito abominable deja en las víctimas. En 2017 le tocó gestionar una denuncia de abuso contra uno de sus sacerdotes ocurrida en la década de los 80. El sacerdote fue apartado de su ministerio y recluido en un monasterio.
El obispo de Astorga reconoce que los protocolos «no son suficientes» para acabar con esta lacra y confía en que el trabajo de esta comisión derive en «medidas conjuntas y coordinadas por todas las diócesis» para que la Iglesia «sea un espacio seguro para los menores». —Esta revisión de los protocolos, ¿solo va a atender el aspecto jurídico o se van tener en cuenta más aspectos? —En principio nos han encomendado que revisemos el aspecto jurídico porque desde 2010, la Santa Sede ha sacado nuevas normas que queremos actualizar. Pero eso no quita que, en otro momento, se amplíe a otros aspectos. —¿Está previsto que se incorpore la ley del menor de 2015, que obliga a las personas a denunciar los delitos contra los menores ante la Fiscalía? —Supongo que sí porque lo que buscamos es actualizar el protocolo tanto en lo civil como en lo canónico. —¿Se van a incorporar también las indicaciones del Modelo de Directivas de la Comisión Pontificia de Protección de Menores? —Sí, la Santa Sede ha hecho una guía y esa será nuestra base de trabajo. A partir de allí, le iremos dando forma para someterla a la consideración de los obispos. —Este Modelo de Directivas está muy enfocado en las víctimas. También propone que la guía de prevención de estos delitos sea compartida por todas las diócesis de un mismo país... ¿Esa es la intención que persigue este nuevo protocolo? —Efectivamente es así. Pero luego la Asamblea Plenaria tiene que pronunciarse para que pueda ser vinculante. Lo que nosotros vamos a hacer ahora es trabajar en esa dirección para que el presidente de la Conferencia Episcopal pueda presentar en la reunión con el Papa en febrero el trabajo que estamos realizando para prevenir los abusos. —En su diócesis ya cuenta con su propio protocolo, ¿qué diferencias tiene con el de la Conferencia Episcopal? —Nuestro protocolo es un documento adaptado del de la Conferencia Episcopal. Hemos asumido lo que ha salido últimamente tanto en la legislación civil como en la canónica y damos unas 16 recomendaciones sobre cómo debe ser el trato con los menores y prevenir posibles abusos. —¿Un protocolo es una medida suficiente para prevenir los abusos? —No, no es una medida suficiente. Los protocolos son un marco, pero si no se asumen buenas prácticas, pues poco hemos hecho. A los protocolos hay que unir una formación tanto afectiva de los sacerdotes como de conocimiento de cómo prevenir estos abusos. Que las personas que trabajan en la Iglesia sepan que la Iglesia está en contra de estos escándalos. Las familias han entregado a la Iglesia a sus hijos para que
En La Bañeza «No encubrí ningún caso. Hice cumplir la pena al sacerdote, y luego la víctima lo hizo público»
Capacitación «A los protocolos hay que unir una formación afectiva de los sacerdotes y también un conocimiento de cómo prevenir los abusos»
Tolerancia cero «La Iglesia tiene que ser responsable de buscar la seguridad de los menores. Por todos los medios estamos empeñados en hacerlo»
Nueva cultura «En estos momentos no se encubren los abusos. En otras épocas había otra forma de actuar»
los eduque y, por tanto, la Iglesia tiene que ser responsable de buscar la seguridad de los menores. Por todos los medios estamos empeñados en hacerlo. Así como el acompañamiento de aquellas víctimas que hayan sido reconocidas después de un juicio canónico o civil. —¿Cree que en la Iglesia se encubren casos de abusos sexuales? —Creo que no. En estos momentos está claro que si se tiene una noticia verosímil de que hay un caso de este tipo hay unos protocolos para actuar. En otras épocas hubo otra forma de actuar como también la había en la sociedad civil. No era solo una práctica de la Iglesia, pero que ciertamente no era acorde con la gravedad de estos delitos. —¿Por qué hay tan pocas denuncias? ¿No hay tantos casos o las víctimas tienen miedo a ser estigmatizadas? —Pues no lo sé. Ciertamente los casos que he tenido los he llevado de la mejor manera posible dentro de la legalidad y los protocolos. Los resultados están ahí. —A usted se le acusa de haber encubierto un caso de abuso sexual, ¿encubrió usted un delito? —Yo no encubrí ningún caso. Cuando llegué a la diócesis, ya estaba finalizado el caso. Lo envié a la Congregación de la Doctrina de la Fe y la congregación envió una respuesta. Se lo comuniqué a la víctima e hice cumplir la pena al sacerdote. Luego la víctima lo hizo público. —Al sacerdote se le ha prohibido ejercer su ministerio de forma pública durante diez años, ¿eso quiere decir que cumplido ese plazo puede volver a oficiar misa en una parroquia? —No, no. Él puede volver a la casa sacerdotal de Astorga, pero para poder ejercer públicamente su sacerdocio tiene que pedir permiso al ordinario (obispo). —¿Son los obispos los responsables de poner en marcha en sus respectivas diócesis las medidas de protección? —También se pueden decidir a nivel de la Conferencia Episcopal, por eso hay que examinar qué es lo conveniente. Si las medidas deben ser conjuntas o si se prefiere que cada diócesis actúe. Estas son algunas de las cosas que tenemos que estudiar. —No le parece que la opinión pública puede considerar que la Iglesia española hace poco por prevenir los abusos si su iniciativa solo es actualizar un protocolo... —La Iglesia y sobre todo las diócesis que hemos tenido casos de este tipo hemos implementado medidas de prevención. Lo que se pretende ahora es hacerlo más en conjunto, más unificado y en un trabajo coordinado entre todas las diócesis. —¿Los obispos que han tenido casos de abusos sexuales se han reunido para compartir experiencias? —Hasta el momento no se ha hecho. —¿Qué medidas tomó en su diócesis tras afrontar un caso de abuso sexual? —Hicimos este nuevo protocolo. Tenemos formación permanente para los sacerdotes. Hemos pedido a todo el personal que trata con menores que nos aporte un certificado de ausencia de delitos de tipo sexual.