ABC (1ª Edición)

Para despertar la dignidad

- JAVIER GOMÁ

La educación reglada tiene dos objetivos. Primero, que el estudiante llegue a ser buen profesiona­l, capaz de desempeñar un oficio con el que ganarse la vida. Y segundo, que llegue a ser un ciudadano consciente de su dignidad. Profesiona­l y ciudadano, precio y dignidad. Algunas asignatura­s están orientadas a preparar al fu- turo profesiona­l: aquellas que le proporcion­an un saber más práctico y rentable. Otras se enderezan a despertar en el estudiante al sentimient­o de su propia dignidad y lo que a ésta se le debe: no proporcion­an una habilidad práctica sino una mayor conciencia. De entre las asignatura­s de esta segunda clase descuella precisamen­te la filosofía, la disciplina de la máxima conciencia. Digámoslo todo. Muchas veces la asignatura que hoy se imparte en las aulas bajo el nombre de filosofía es una seca sucesión de breves resúmenes de obras y autores del canon literario, sin ningún entronque con los interrogan­tes que les mantuviero­n a éstos en vilo cuando escribiero­n. No filosofía sino historia de la filosofía; ni siquiera, etiquetas apresurada­s de esa historia. Pero el currículum educativo es también una señal que dirige la comunidad a las generacion­es futuras sobre qué tipo de personas queremos que sean. Una educación sin filosofía sugiere que ponemos a la profesión por encima de la ciudadanía, al precio sobre la dignidad. Y no: debemos aspirar a ambas cosas, y caso de conflicto, anteponer la segunda a la primera. Pero para ello no vendría mal que la asignatura se corrigiese y se impartiera auténtica filosofía, es decir, como la propia palabra lo dice, se difundiera en las aulas no tanto conocimien­to como amor al conocimien­to.

Ciudadanía Una educación sin filosofía sugiere que se pone a la profesión antes que la ciudadanía

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