ABC (1ª Edición)

LA ALERGIA DE LA CUP

«El trabajo parlamenta­rio requiere mayor esfuerzo intelectua­l que salir a la calle a colocar lazos y pegar gritos. Y es menos divertido»

- ANA ISABEL SÁNCHEZ

DESPUÉS de que los independen­tistas cerraran el Parlament cuatro meses, todos los grupos parlamenta­rios deberían tener un formidable montón de iniciativa­s pendientes de debatir en el Pleno. Los partidos aspiran a resolver los problemas de los ciudadanos y aumentar las cotas de prosperida­d en sus territorio­s, así que en Cataluña, donde la economía se desacelera con fuerza –crece un 1% menos–, casi un tercio de los niños viven en riesgo de pobreza y los depósitos bancarios se fugan –30.000 millones en 2017– todos los grupos políticos deberían estar peleándose por poner en marcha recetas económicas y sociales.

Pero, en lugar de eso, el gran anuncio de la CUP ha sido un boicot al Gobierno de Torra para convocar elecciones. Y una de las fórmulas que contempla –¡qué sorpresa!– es no acudir a los debates del Parlament. ¿Es que la vuelta al tajo se le hace cuesta arriba? ¿o es que sus diputados tienen alergia a las labores parlamenta­rias, esas que pueden estimular la economía o contener la fuga de depósitos? Desde luego da la sensación de que cobrar 59.000 euros al año –como mínimo– sin tener que acudir al Parlament les ha resultado adictivo a sus diputados. Desde luego requiere un mayor esfuerzo intelectua­l que salir a la calle a colocar lazos y pegar gritos en las manifestac­iones. Y además es menos divertido. Pero la asistencia a los plenos es un deber de todo diputado, municipal, autonómico o nacional. Si la CUP decide no acudir a los debates, se hace obligatori­o imponer a sus diputados una sanción económica. Aunque por coherencia, ellos mismos deberían renunciar a sus sueldos ya que fueron los comunes y la CUP quienes no dudaron en poner una multa de 10.000 euros a Albiol el pasado mes de mayo por asistir de manera irregular a los Plenos de Badalona.

Y visto el cierre del Parlament durante los últimos cuatro meses, los grandes partidos nacionales deberían empezar a pensar cómo intervenir cuando una Cámara regional decide bajar la persiana y no cumplir sus obligacion­es. En abril de 2006, Tony Blair amenazó a los diputados de Irlanda del Norte con dejar de pagar sus nóminas –y las de sus asistentes– si en siete meses no alcanzaban un acuerdo para elegir a un nuevo Gobierno. El castillo de Stormont llevaba entonces cuatro años cerrado. También advirtió de que la influencia de Irlanda crecería sobre el Ulster. El ultimátum funcionó como un tiro. En octubre de ese año, los partidos de los seis condados de Irlanda del Norte aceptaron el acuerdo de Saint Andrews, para restaurar la actividad del Parlamento y elegir al nuevo Ejecutivo. Y hace apenas mes y medio, Londres volvió a utilizar la misma estrategia. Desde noviembre bajará el sueldo de los diputados norirlande­ses un 27,5 por ciento tras 21 meses de cierre en el Parlamento del Ulster. Los independen­tistas catalanes deberían ir tomando nota, aunque mientras dure el Gobierno socialista seguro que pueden estar tranquilos.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain