ABC (1ª Edición)

EL AURA PERDIDA

Esto no es cosa sólo de éste o aquel entrenador. Le ha tocado a Lopetegui por que todo se ha conjurado

- FERNANDO R. LAFUENTE

Con la Liga de Campeones, en Europa, ni una broma. Más de uno siente que hasta aquí ha llegado. Que no hay margen. Que como el capitán Quinlan, en la obra maestra de Orson Welles, «Sed de mal», cuando le pide a la pitonisa (Marlene Dietrich) que le lea el porvenir, ésta le confiesa: «No lo tienes, lo has agotado», Es la hora de responder, los que pidieron que fuera Lopetegui quien sustituyer­a a Zidane. En menudo papel le están poniendo. Los jugadores, son los mismos y son otros, pareciera que la fuerza de las galaxias no les acompaña ¿Es sólo el entrenador? ¿Qué ocurre en el vestuario? Todos, en sus declaracio­nes públicas, contestan igual, como un mantra que nadie cree: el equipo es una piña, con Lopetegui siempre, que no pasa nada, que esto se superará y demás monsergas de manual que, después, en el terreno de juego, se diluyen como pompas de jabón al viento. Pero algo pasa ahí dentro. Sólo ellos lo saben.

El halo mágico, la suerte de última hora se ha esfumado. Son como dioses abandonado­s. Erráticos. Flojos. Sin ánima, ni ánimo, ni fortuna. Una caricatura de sí mismos. Una mueca grotesca de lo que fueron. Pero no pasa nada, dicen. El Madrid perdió el aura y no la encuentra, ni en el templo del Bernabéu. ¿Son consciente­s del riesgo, para sus propias carreras profesiona­les, de lo que se ventila en cada bochorno reciente, sea Sevilla, Moscú, Vitoria o Madrid? Se veía venir, pero nadie reparó en ello. La afición no lo entiende. Esto no es cosa sólo de éste o aquél entrenador. Le ha tocado a Lopetegui porque todas las condicione­s para que esta situación sucediera se han conjurado, o cumplido, por una falta de atención y de autoridad al devenir de determinad­os jugadores. El fracaso, un nuevo traspiés esta noche, de consumarse, es de todos, con diversos grados y responsabi­lidades. No hace falta señalar, cualquiera que haya asistido a los últimos encuentros tiene muy claro el comportami­ento de cada jugador. Pero con la Liga de Campeones, ni una broma más, o allá ellos.

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