EL AURA PERDIDA
Esto no es cosa sólo de éste o aquel entrenador. Le ha tocado a Lopetegui por que todo se ha conjurado
Con la Liga de Campeones, en Europa, ni una broma. Más de uno siente que hasta aquí ha llegado. Que no hay margen. Que como el capitán Quinlan, en la obra maestra de Orson Welles, «Sed de mal», cuando le pide a la pitonisa (Marlene Dietrich) que le lea el porvenir, ésta le confiesa: «No lo tienes, lo has agotado», Es la hora de responder, los que pidieron que fuera Lopetegui quien sustituyera a Zidane. En menudo papel le están poniendo. Los jugadores, son los mismos y son otros, pareciera que la fuerza de las galaxias no les acompaña ¿Es sólo el entrenador? ¿Qué ocurre en el vestuario? Todos, en sus declaraciones públicas, contestan igual, como un mantra que nadie cree: el equipo es una piña, con Lopetegui siempre, que no pasa nada, que esto se superará y demás monsergas de manual que, después, en el terreno de juego, se diluyen como pompas de jabón al viento. Pero algo pasa ahí dentro. Sólo ellos lo saben.
El halo mágico, la suerte de última hora se ha esfumado. Son como dioses abandonados. Erráticos. Flojos. Sin ánima, ni ánimo, ni fortuna. Una caricatura de sí mismos. Una mueca grotesca de lo que fueron. Pero no pasa nada, dicen. El Madrid perdió el aura y no la encuentra, ni en el templo del Bernabéu. ¿Son conscientes del riesgo, para sus propias carreras profesionales, de lo que se ventila en cada bochorno reciente, sea Sevilla, Moscú, Vitoria o Madrid? Se veía venir, pero nadie reparó en ello. La afición no lo entiende. Esto no es cosa sólo de éste o aquél entrenador. Le ha tocado a Lopetegui porque todas las condiciones para que esta situación sucediera se han conjurado, o cumplido, por una falta de atención y de autoridad al devenir de determinados jugadores. El fracaso, un nuevo traspiés esta noche, de consumarse, es de todos, con diversos grados y responsabilidades. No hace falta señalar, cualquiera que haya asistido a los últimos encuentros tiene muy claro el comportamiento de cada jugador. Pero con la Liga de Campeones, ni una broma más, o allá ellos.