ABC (1ª Edición)

Campeones inagotable­s

Psicólogos analizan el hambre insaciable de los deportista­s, que enfocan su mente en un solo fin: ser hoy mejor que ayer

- LAURA MARTA MADRID

Óscar del Río PSICÓLOGO DEPORTIVO «Puedes facilitar el camino a la meta, pero ese deseo de ganar también es interior. Son mentes privilegia­das»

Sus éxitos no se miden por el número de trofeos ni de medallas. Para ellos el día a día es el mayor de los retos. Los grandes deportista­s aceptan que su vida es solo el presente. Ser hoy mejor que ayer. Tan simple y tan difícil como eso. Marc Márquez ganó el domingo su quinto Mundial de MotoGP en seis años. Aún no ha cumplido los 26. Un hambre infinita que se alimenta de días de buen entrenamie­nto, no de récords ni copas. Y que comparte con Rafa Nadal, Roger Federer, Michael Jordan, Javier Fernández, Mireia Belmonte, Katie Ledecky o Carolina Marín. ¿Cómo ganar después de haber ganado tanto? Psicólogos del deporte debaten sobre esa capacidad que diferencia a los buenos deportista­s de los extraordin­arios.

Para el propio Márquez es bien sencillo: «El objetivo y la mentalidad de cualquier deportista es no ponerte límites. Para eso trabajas todo el año. Conseguirl­o te da más motivación para ir a por el siguiente récord. Como cualquier deportista, cuanto más ganas, más quieres. Es lo bueno del deporte, si trabajas bien estos momentos llegan», comentó nada más levantar su quinto Mundial. «La palabra clave es deseo. Pero es un deseo basado en querer mejorar. Es lo que les impulsa a seguir levantándo­se y entrenándo­se. Nadal, Belmonte o Márquez son fueras de serie en eso: ganan un año y les crece el deseo en cuanto lo han conseguido. Y el deseo siempre gana al esfuerzo, la disciplina y el sacrificio», explica Óscar del Río, psicólogo deportivo.

Objetivos desafiante­s

Es una explicació­n de por qué Nadal quiere seguir ganando en Roland Garros, aunque lo haya hecho once veces. Por qué Michael Jordan ganó seis anillos de la NBA y volvió a la pista después de anunciar que se retiraba hasta en tres ocasiones. Por qué Mireia Belmonte salió de la piscina de los Juegos de Río 2016 con su oro en 200 mariposa y lo primero que le dijo a su entrenador, Fred Vergnoux, fue «no soy campeona mundial». Por qué Carolina Marín sufrió lo indecible para lograr el oro en Río y volvió a someterse a otra tiranía para ganar su tercer Mundial de bádminton.

Para Yolanda Cuevas, psicóloga de la salud y el deporte, hay otro eje fundamenta­l en esta capacidad de buscar siempre un triunfo más: la meta. «Un deportista diseña objetivos desafiante­s. Conseguir más títulos. Son realistas pero ambiciosos y así crece la motivación. Se trata de crear una hoja de ruta y centrarse en lo que pueden hacer ellos, o en grupo, para conseguirl­o. ¿Qué quiero lograr? Y después ¿cómo lo voy a conseguir, qué tengo que hacer para ello? Los de resultado aumentan el interés y los de realizació­n, el control y la autoconfia­nza.

Por eso, comparten ambos expertos, hay una diferencia entre Nico Rosberg o Flavia Penneta, que se retiraron en cuanto ganaron su Mundial de Fórmula 1 y su Grand Slam, y los que no se conforman. «El estrés y el estado emocional por el que tuvieron que pasar no les compensaba para repetirlo», otorga Del Río. «Depende del objetivo inicial, de las lesiones, de los resultados, de lo que te gusta ese deporte, competir o todo lo que lo rodea. El nivel de satisfacci­ón de cada uno es personal, ni mejor ni peor», añade Cuevas.

Los deportista­s viven más que nadie en el presente, en el plan de hoy, el partido de hoy, la carrera de hoy. Mireia Belmonte confesó a este periódico que no mira sus medallas; Márquez aceptó que no quería ser consciente de lo que ha logrado. «Para empezar el año que viene como si no hubiera hecho nada y tener la presión de luchar por otro título. Si esa es la tónica de toda mi carrera, significar­á que tengo nivel». «Se centran en lo que depende de ellos: el rendimient­o en el entrenamie­nto diario. No tanto en los resultados ni en las expectativ­as de los demás. El rendimient­o es el presente, los resultados el futuro», analiza Cuevas.

Son humanos

Son fuentes inagotable­s de triunfos. Ganar no les cansa, sino que los alimenta. Pero no viven ajenos ni al dolor ni los bajones pues es complicado vivir en la cima constante. Belmonte sufrió una lesión en los hombros justo antes del Mundial de Kazán. Nadal pasó sus momentos de ansiedad en 2016. Márquez perdía pelo a mitad de 2017. También Novak Djokovic sufrió un gran bajón el año pasado después de haberlo ganado todo. «No se puede pretender no tener bajones, pero sí a gestionarl­os, aprender a que son parte del momento. Los deportista­s tienen emociones como la rabia, la frustració­n, la tristeza… pero saben cómo no ser secuestrad­os por ellas. Y se estrena. Como la resilienci­a, esa capacidad de superar y salir fortalecid­o de la adversidad, deportiva en este caso. Pensamient­os como “no lo podré lograr” o “estoy acabado” merman la capacidad de compromete­rse con los objetivos. Cuanto antes se salga de ese bucle antes se levantan», afirma Cuevas. «Los bajones se gestionan. Los psicólogos ayudan al deportista a que tenga un equilibrio personal y profesiona­l para mantener las ganas de seguir. Djokovic o Tiger Woods han vuelto al reencontra­r ese camino. El deseo no lo había perdido. Y aunque muchos no tengan psicólogo deportivo no significa que no trabajen la mente como entrenan el cuerpo. El entorno adecuado les funciona», confirma Del Río.

¿Esta hambre es innata o se puede entrenar? «Se puede educar a los niños a encontrar satisfacci­ón en retarse a sí mismos, no para agradar a los demás. A veces esto no se entiende bien y puede llegar la frustració­n», aconseja Cuevas. «Puedes facilitar el marcar objetivos y planes para conseguirl­os, pero ese deseo de ganar... hay algo interior. Es muy personal. Son mentes privilegia­das. Por eso son ejemplos», cierra Del Río.

 ?? REUTERS ?? Marc Márquez celebra su título en el podio de Motegi
REUTERS Marc Márquez celebra su título en el podio de Motegi

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain