Esas cosas
Con el auge del nuevo feminismo, una forma de prosperar es señalar machismos. Aunque no recuerdo que nadie indicara el sospechoso énfasis que ponemos en la enemistad entre Soraya y Cospedal. Su rivalidad era distinta a la que pueden tener dos hombres, como si fueran dos enemigas psíquicas de culebrón. El antagonismo político sólo parecía alcanzar el más alto grado de inquina con ellas dos. Quizás contribuyese el estilo Don Hilarión de Rajoy (quien, cabe insistir, se fue dejándonos a sus pelotas y a Pdr Sánchez).
Esa enemistad felina entre las dos se convirtió en un argumento recurrente. Ahora Cospedal abandona y Soraya Sáenz toma posesión de su cargo en el Consejo de Estado, recompensa del Gobierno por los «servicios prestados al país» –en minúscula–. De esta forma, mientras los enemigos salen de la política y van a su casa o a la empresa privada no incompatible, ella se mantiene en el Estado, dentro del Estado, aunque desde su atalaya más reflexiva, por encima de disputas, en un nirvana de sabios jurisconsultos. Soraya, joven como es, en el Consejo de Estado queda latente. En la empresa o en su mero desempeño profesional parecería alejada, en el Consejo se mantiene en un ámbito de estatalidad pensativa, de momio consultivo. Su pleno ser estatal, su Ser-para-el Estado podría manifestarse en cualquier momento. Lo dijo ayer, con expresión sincera: «Es bueno seguir prestando servicio al Estado». A su servicio están casi todos, no siendo lo mismo que estar al servicio del país o de la nación.
En octubre de 2017 hubo unas manifestaciones nacionales, un espasmo que hubo que ordenar urgentemente. Los partidos salieron a cazarlo y clasificarlo como Nabokov tras una mariposa.
El estatalismo concentra sus poderes y los que deberían ser de la nación, y una vez garrapiñados los reparte en partidos y territorios. Todos quieren Estado, ansían Estado. La nación, «discutida y discutible», se encuentra confundida y en el mejor de los casos se le ofrece ser «ciudadanía»: el carné que el Estado le da.
Previo al Estado está el Estado. Fuera del Estado hay vida salvaje. Y Doña Soraya sigue dentro.
¿A qué se va a dedicar mientras? «A escribir sobre mis temas: democracia y esas cosas».