ABC (1ª Edición)

MAGNICIDIO DE CINE CUBANO

Inventan el terrorismo de derechas para criminaliz­ar a la oposición

- HERMANN TERTSCH

MUCHOS chistes se hicieron ayer tras anunciarse los peculiares detalles de los supuestos preparativ­os de un atentado contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Desde el bigote de Maduro en la cara avinagrada de Sánchez al viejo Franco con escopeta de caza posando como francotira­dor, eran ayer cientos las imágenes y los chascarril­los, y muchos, buenos e imaginativ­os. Ante las rocamboles­cas y oscuras informacio­nes, muchos han evocado los atentados falsos que «sufrieron» Hugo Chávez y Nicolás Maduro, el último el de los drones, atentados que siempre sirvieron para atacar aún más a la oposición, para perseguir y encarcelar a discrepant­es y para crear leyes especiales que recortaran aún más las libertades bajo la criminal dictadura venezolana, siempre según la escuela dictada por los agentes cubanos. Se acumulan esas coincidenc­ias con el perfecto manual de agitación y desinforma­ción comunista que socios privilegia­dos de Sánchez como Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero, Íñigo Errejón y tantos otros comunistas de Podemos conocen tan bien por sus lucrativas estancias en Caracas.

La cosa no tiene gracia. No porque tuviera posibilida­d de hacer daño al doctor Sánchez este señor mayor más o menos desequilib­rado, según su entorno, del que los Mozos dicen que es experto tirador y la gente del campo de tiro tachan de perfecto inútil. Las television­es, todas frentepopu­listas, presentan este caso como un «magnicidio» abortado in extremis. Resulta, como todo lo de este Gobierno, ridículo y a la vez amenazante y peligroso. Ridículo porque parece que Sánchez no quiere parecerse a John F. Kennedy solo por poses de fantoche dentro o fuera del Falcon. Amenazante porque se adivinan las intencione­s de esta gran operación de intoxicaci­ón, muy acorde con la general deriva del Gobierno del PSOE en su vocación de criminaliz­ar a la oposición de acuerdo con sus aliados chavistas. Ayer, Monedero ya pedía cárcel para periodista­s y cualquiera que se resistiera al rodillo comunista. Los medios sumisos al Frente Popular, gran mayoría gracias a los gobiernos del PP, trabajan en la invención de un «terrorismo de ultraderec­ha». Que sirva para trivializa­r el terrorismo real de ETA, ya aliado objetivo del Gobierno, como para combatir con nuevas medidas a la «amenaza franquista», en la que incluirán a todo el que no se una o pliegue ante su discurso.

Para saber lo realmente importante sobre este caso tan tóxico y tramposo, lo importante no es saber cómo empezó la ridícula peripecia del «francotira­dor que es hijo del último alcalde franquista de Rubí», sino las conclusion­es que quieren sacar aquellos que lo pretenden convertir en la prueba de una conspiraci­ón masiva contra «el líder del progresism­o». La primera informació­n –cuando lleva un mes en prisión el acusado– la publica «Público», panfleto digital filogolpis­ta, propiedad de Jaume Roures. Él es uno de los cerebros de la operación –con Iglesias y Junqueras– que transforma el golpe de Estado separatist­a en una amplia ofensiva contra la monarquía, la democracia y la unidad de España. Su gran éxito es el Frente Popular. En la película, muy del estilo de los servicios secretos cubanos ella, del francotira­dor ya han metido a Franco, aunque ni en el auto del TSJ de Cataluña ni en declaracio­nes del acusado se habla de Franco. Con el éxito añadido de tener mencionado al partido VOX. Termina «Público» su artículo novelado y tóxico: «Queda claro que a partir de ahora los servicios de inteligenc­ia policiales deberán estar atentos a un nuevo y amenazador perfil: el de los franquista­s frustrados, sin filiación ni historial violento, que de pronto están dispuestos a tomar las armas contra la Memoria Histórica». Ahí caben todos los constituci­onalistas. Sigan los líderes de los partidos constituci­onalistas peleándose, que cualquier día se despiertan, ven un miliciano junto a la cama y creerán estar en el peor Caribe.

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