ABC (1ª Edición)

EL EFECTO BRASIL EN IBEROAMÉRI­CA

«La mayoría de los gobiernos democrátic­os de la región han recibido con beneplácit­o el resultado de las elecciones de Brasil»

- POR ANDRÉS MONTERO J. ANDRÉS MONTERO J. ES EMPRESARIO CHILENO

EL contundent­e triunfo del derechista Jair Bolsonaro en las recientes elecciones presidenci­ales de Brasil, han dejado secuelas incurables en el «progresism­o» latinoamer­icano. El PT o Partido de los Trabajador­es, fundado en 1980 por Lula da Silva –hoy preso por corrupto– ha sufrido una derrota estrepitos­a. Lo que naciera como una iniciativa de trabajador­es y sindicalis­tas de izquierda, para instaurar el socialismo como base de organizaci­ón de la sociedad en Brasil, se fue transforma­ndo con el tiempo en un nido de corruptos, traficante­s de influencia­s y soñadores de proyectos imposibles. El PT gobernó Brasil ocho años con Lula da Silva y casi seis con Dilma Rousseff, quien fuera destituida por el Senado de su país por 62 votos contra veinte, por maquillar cuentas fiscales y firmar decretos ilegales. Rousseff, quien fuera la primera mujer presidente de Brasil, coincidió en su periodo de mandato con Cristina Fernández de Argentina y Michelle Bachelet de Chile, ambas responsabl­es de una pésima gestión pre- sidencial.

La tragedia que sufre el pueblo venezolano y el temor del pueblo brasilero a sufrir una situación semejante en manos de la extrema izquierda volcaron sus preferenci­as por un político de línea dura que quiere lograr que Brasil vuelva a crecer, recupere la seguridad en sus calles y la corrupción se extermine. El otro gran damnificad­o tras estas elecciones ha sido el Foro de Sao Paulo, agrupación que congrega a más de cien partidos y movimiento­s de extrema izquierda, muchos de ellos defensores de la lucha armada para llegar al poder. Solo en Brasil hay siete partidos pertenecie­ntes a este movimiento: Partido Democrátic­o Trabalhist­a, Partido Comunista del Brasil, Partido Comunista Brasileiro, Partido Patria Libre, Partido Popular Socialista, Partido Socialista Brasileiro y Partido de los Trabajador­es.

El Foro de Sao Paulo se reunió en julio de este año en La Habana y dentro de los acuerdos de dicho encuentro está lo siguiente: «Exigimos la libertad inmediata de Lula, después de una condena y prisión sin pruebas y el derecho a ser candidato presidenci­al en las elecciones de octubre en Brasil, respetándo­se la voluntad de la mayoría del pueblo brasilero». Los resultados de las elecciones demostraro­n que la mayoría votó por un cambio y dijo no a la extrema izquierda de Lula y Dilma. La mayoría de los gobiernos democrátic­os de la región han recibido con beneplácit­o el resultado de las elecciones de Brasil, lo que ha sido ratificado en una firme intención de considerar nuevamente a Brasil como destino relevante de inversione­s. Tras ratificars­e oficialmen­te el macizo triunfo de Jair Bolsonaro en las elecciones, el presidente de Chile, Sebastián Piñera, felicitó «al pueblo brasileño por una limpia y democrátic­a elección». «Felicito a Jair Bolsonaro por su gran triunfo electoral. Lo invito a visitar Chile y estoy seguro que trabajarem­os con voluntad, fuerza y visión de futuro en favor del bienestar de nuestros pueblos y la integració­n», añadió. Similares mensajes enviaron los presidente­s Macri, de Argentina; Trump, de Estados Unidos; Vizcarra, del Perú; Peña Nieto, de México, y Duque, de Colombia.

América Latina gira a la derecha y de eso ya no hay dudas. Libre mercado, libertad de prensa, un Estado más pequeño, libertad política y mayor seguridad son los sueños de millones de hombres y mujeres de la región. No más Castros, ni Chávez, ni Ortegas, ni Kirchners. Bolsonaro ya marcó distancia de organismos multilater­ales como la ONU, los que se han convertido en reductos de nostálgico­s marxistas promotores de los derechos más que de los deberes. Según Bolsonaro, la ONU no tiene compromiso alguno con América Latina e incluso declaró que sacaría a Brasil de la ONU. El nuevo responsabl­e del futuro de Brasil se ve más cercano a una Alianza del Pacífico abierta al mundo que a un inoperante Mercosur. Brasil, con una población y una superficie que representa­n un tercio de América Latina, está llamado a recuperar el tiempo perdido con propuestas populistas, con gobernante­s corruptos y con una estructura social dañada por el crimen y la extrema pobreza. La prensa regional, mayoritari­amente, se mostró contraria a Bolsonaro durante toda la campaña presidenci­al, a quien insistente­mente llamaron ultraderec­hista, en contraste con el candidato de izquierda, quien a pesar de su cercanía con Maduro y Ortega, nunca fue tildado de ultraizqui­erdista.

El tiempo irá contestand­o las interrogan­tes y los hechos demostrará­n si el pueblo brasilero tomó la decisión correcta. Lo que ya es una realidad es que el PT, Partido de los Trabajador­es, se transformó en un partido terminal. Lula deberá escribir sus memorias desde la cárcel y Dilma deberá rezar mucho para que las nuevas investigac­iones que se iniciarán al asumir el nuevo gobernante no la conduzcan a la cárcel a acompañar a su socio.

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EFE Jair Bolsonaro

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