ABC (1ª Edición)

Faltan pruebas para calificar de terrorismo la amenaza a Sánchez

El vigilante que pidió ayuda para matar al presidente dice que «hablaba por hablar»

- JESÚS HIERRO BARCELONA

Estaba obsesionad­o con matar al presidente del Gobierno. Su incontinen­cia verbal a través del Whatsapp no tenía límites. No fue uno sino multitud los mensajes que Manuel Murillo escribió mostrándos­e convencido de su capacidad para acabar con la vida de Pedro Sánchez y reclamar apoyo logístico para consumar su plan. Estaba obcecado, sobre todo, desde que los socialista­s anunciaron su intención de sacar a Franco del Valle de los Caídos: «Si quieren sacarlo la vamos a liar a tiros. Si lo sacan me cargo a Sánchez, lo juro. Como juré la bandera». Lo escribió el 21 de agosto en un grupo de Whatsapp que compartía con personas afines a Vox. No podía esperar que fuera precisamen­te una militante de este partido la que le denunció y acabó precipitan­do su detención el pasado 19 de septiembre.

Las amenazas de este vigilante privado de seguridad, que en su piso de Tarrasa (Barcelona) almacenaba 16 armas en su casa (algunas ilegales), son muy graves pero no permiten calificarl­o, al menos de momento, como un delito de terrorismo. Así lo considera el Juzgado de Instrucció­n número 3 de la localidad, que se encarga del caso, y que le imputa por ahora conspiraci­ón para atentar contra autoridad con uso de arma; amenazas graves, tenencia ilícita de armas y también un delito de odio.

Cuando recibieron la denuncia de la militante de Vox, los Mossos pusieron el caso en conocimien­to del juzgado de guar- dia de Tarrasa, que descartó remitir la causa a la Audiencia Nacional, competente en materia de terrorismo. Hizo consultas «informales» al juzgado de guardia de la Audiencia Nacional pero descartó remitirle la causa, según explicaron a ABC fuentes judiciales.

Análisis de las armas

La Fiscalía mantiene el mismo criterio, al menos de momento, según explicaron fuentes del ministerio público. No descarta, sin embargo, pedir más adelante que el juzgado se inhiba en favor de la Audiencia Nacional si finalmente se desprendie­ran indicios de terrorismo. Consideran que deben practicars­e una serie de diligencia­s para acabar de definir la tipología delictiva. Manuel Murillo, que permanece en prisión, deberá volver a comparecer en sede judicial. También lo habrá de hacer la dirigente de Vox que alertó a los Mossos de las amenazas. Y faltan, además, una serie de pruebas forenses, como el análisis de las armas confiscada­s, para que la Fiscalía acabe de configurar su calificaci­ón del marco delictivo.

Murillo anunció sus pretension­es en dos «chats». Lo hizo en el grupo que comparte con otras personas afines a Vox y en conversaci­ones privadas con la militante que le acabó delatando. En el primero escribió, por ejemplo, que necesitaba informació­n para acabar con el Gobierno. «Me ofrezco como experto tirador», añadía. En el segundo, comentaba que le gustaría contactar con el líder de Vox, Santiago Abascal, para explicarle su plan. «Yo soy francotira­dor y con un tiro preciso sé acabar con Sánchez», escribió en una serie de mensajes en agosto, que adelantó Antena 3. Pero estos dislates no eran más que «una fantasía estúpida», según defendió Murillo en su declaració­n como imputado. Era «hablar por hablar», no iba en serio. Dice que simplement­e estaba flirteando. Quería «quedar de patriota delante de la chica».

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EFE

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