Zapatillas con vestidos, el nuevo dilema
Las deportivas con vestido midi de Mary de Dinamarca o con traje, de Emma Thompson, marcan dos hitos de estilismo en actos oficiales
Esta semana, Mary Donaldson ha acompañado a su marido, el Príncipe Federico de Dinamarca, en una visita oficial a Italia. Tras reunirse en el Palazzo del Quirinale de Roma con el presidente de la república italiana, Sergio Matarella, visitaron las Termas de Caracalla, donde la princesa cambió sus altísimos tacones por unas zapatillas deportivas que no iban a juego con su clásico vestido de largo midi en tweed. En la misma fecha, pero en el Reino Unido, Emma Thompson era distinguida como Dama del Imperio Británico por el Príncipe Guillermo de Inglaterra ataviada con un traje de pantalón masculino y unas deportivas. ¿Es este el nuevo protocolo de vestido? ¿Se pasan de modernas Mary Donaldson y Emma Thompson o son las más avanzadas del panorama fashionista internacional? Vayamos por partes.
En marzo de 2014, Karl Lagerfeld abría la veda de las zapatillas integrándolas en su desfile para el Otoño-Invierno de Chanel, combinadas con falda, pantalones de tweed y en versión bota. Unas semanas más tarde, Carolina de Mónaco aparecía en el Baile de la Rosa con vestido largo y deportivas de Chanel. Aunque no iba especialmente favorecida, se justificó porque venía de realizarse una operación de rodilla. La cuestión es que en el Sporting Club de Montecarlo, propiedad de los Grimaldi, el protocolo impuesto por la familia desde que Gracia de Mónaco consiguiese convertir el pequeño principado en un lugar exclusivo, prohibe expresamente llevar zapatillas de deporte y despojarse de corbata y chaqueta. Por si fuera poco, los asistentes al Baile de la Rosa, organizado por la Fundación Princesa Gracia que la misma Carolina preside, reciben una invitación en la que el código de vestido indica ir de gala o etiqueta. Fue, por tanto, contradictorio que Carolina de Mónaco no respetase el protocolo que ella misma impone.
Pero hace algo más de un mes, una de sus nueras, la bellísima Beatrice Borromeo, apareció en el desfile de Byblos en Milán con un vestido amarillo de corte midi y unas pseudodeportivas en blanco roto, luciendo divina y siendo aplaudida como fashionista de pro. La mujer de Pierre Casiraghi había elegido unas zapatillas de Superga, versión «vestida» de la sneaker de deporte, con motas plateadas. El resultado, lejos de chocar como lo ha hecho el atuendo de Mary de Dinamarca de esta semana, casa con una tendencia actual con la que a menudo la prensa especializada acude a los desfiles. El atuendo de Beatrice, austero y de día, en un color deportivo como el amarillo, recordaba a algunas imágenes de Olivia Newton-John en la película Grease, con vestido años 50 y zapatillas blancas de lona. Beatrice siempre ha defendido –desde su 1,76 metros de estatura– que no necesita tacones para ir elegante.
Adiós al protocolo
Otra que opina lo mismo es Emma Thompson, que esta semana fue nombrada Dama del Imperio Británico en traje de pantalón de Stella McCartney y calzada por Adidas. La actriz –que incluso preguntó a Guillermo de Inglaterra si podía besarle para la foto, con una rotunda negativa por parte del Duque
de Cambridge– ya había roto el protocolo con anterioridad llevando similares atuendos. Fue famosa su manera de tirar los Louboutin que llevaba puestos a una Gala de los Oscar antes de leer su sobre de premiados en el estrado.
Como todo en esta vida, el resultado depende del cómo, del cuándo y del con quién. Para dominar el uso y abuso de zapatillas deportivas con vestidos y faldas, recordemos que es mejor llevar con ellas prendas poco sofisticadas, en tonos monocromáticos y colores claros, y hacerlo porque se trata de un acto relativamente relajado. Si no se es una avezada fashionista, mejor evitarlas en cenas de gala y eventos de alfombra roja. Aunque, como siempre, al igual que combinando corbatas, camisas y chaquetas, se requiere un je ne sais quoi para acerter, ese sexto sentido visual que se puede perfeccionar con el tiempo y cierta práctica.