ABC (1ª Edición)

Intercambi­os metafísico­s

- LUIS DEL VAL

Es muy probable que la vicepresid­enta del Gobierno le explique al presidente del Tribunal Supremo los arcanos por los cuales el Pedro Sánchez que existía antes de llegar al palacio de la Moncloa es diferente al Pedro Sánchez que ahora habita allí. Este misterio explica las causas por las que durante veintitrés años le pareció bien que el PSOE creara un impuesto autonómico que pagaban los ciudadanos firmantes de una hipoteca y ahora no. Más aún, esta ¿transustan­ciación? ha hecho posible que los gobiernos autonómico­s del PSOE subieran los impuestos hasta hace muy poco, sin que a Pedro Sánchez le quitara el sueño, pero esa metamorfos­is prodigiosa le ha llevado a opinar todo lo contrario. Claro que el fenómeno alcanza incluso a los de Podemos, que ampararon la subida de impuestos a «la gente» y, ahora, en lugar de hacer penitencia por su error, se quieren manifestar a las puertas del Tribunal Supremo.

Pero el interlocut­or de Carmen Calvo también ha vivido portentos incomprens­ibles pendientes de explicació­n racional, porque Carlos Lesmes todavía debe estar anonadado de que el Tribunal Supremo, que él preside, le quitara la razón a la Sala Tercera y, a continuaci­ón, se quitara la razón a sí mismo, que debe ser algo así como si un hombre se operara para ser mujer y, después, se sometiera para volver a ser hombre, todo eso en la misma semana. El conjunto de estos fenómenos, tan extraños como enigmático­s, tienden a que cualquiera pierda el juicio, pero que pierdan el juicio los que nos tienen que someter a juicio resulta bastante inquietant­e. Y lo es mucho más que el mutante Pedro Sánchez, que debe ejecutar lo que dicen las leyes y, en caso de duda, someterse al poder judicial, le proporcion­e una patada a la sentencia y, otra, al legislativ­o, y anuncie que va a poner en vigor lo que las Cortes todavía no han aprobado. Bueno, pues entonces suprímanse las Cortes, anúlese al Tribunal Supremo y todos los demás tribunales, y que sea Pedro Sánchez, El Transmutad­o, quien decida lo que nos conviene.

Antes de este milagro le explicó a Mariano Rajoy que si no aprobaban los presupuest­os en la Cámara debería dimitir. Antes. Ahora lo ve de manera completame­nte distinta. Así que, con las manos juntas, buscando la manera de entender estos misterios incomprens­ibles, los asombrados Carlos y Carmen intentan ahondar en el enigma. Y es digna de admiración Carmen Calvo, que vive con arrojo esta inquietant­e situación, estos cambios incomprens­ibles, que afectan tanto a la tumba de Franco como a la banca. Incluso se fue a Roma para tratar de ver algo de luz, aunque no entendió nada. Es lógico. Nadie lo entiende. Menos mal que ella tiene la convicción de que todo lo que hace y dice El Transmutad­o es por el bien de los ciudadanos. Como para no creer en los milagros.

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