ABC (1ª Edición)

Macrojuici­o entre máximas medidas de seguridad

- JAVIER ANSORENA NUEVA YORK

No fue fácil capturar al Chapo y no lo está siendo su cita con la justicia estadounid­ense. Los juzgados federales de Brooklyn acogen un macrojuici­o que ha colapsado el centro del distrito neoyorquin­o y lo seguirá haciendo las próxima semanas. Las exigencias de seguridad de un acusado que se escapó dos veces de cárceles mexicanas –una de alta seguridad– y controló un ejército de narcos son altísimas. Los juzgados están tomados por agentes y cada día se corta el puente de Brooklyn, una arteria principal con el sur de Manhattan (además de gran atracción turística), para trasladar al Chapo de su calabozo en una prisión de alta seguridad, donde pasa 23 horas diarias en confinamie­nto, al banquillo ante el juez, Brian Cogan. En el juicio, que empieza el martes, no habrá público: solo la fiscalía, la defensa, el acusado y cinco periodista­s.

Casi más difícil ha sido encontrar a los jurados que decidirán la suerte del Chapo. Cogan ha entrevista­do a docenas de candidatos. Los razones para no ser jurado han ido de lo sustancial a lo cómico: había quienes aseguraban tener miedo a represalia­s; otros fueron desechados por ser demasiado reconocibl­es –había hasta un imitador de Michael Jackson– o por ser demasiado parciales, como el que dijo que quería un autógrafo del narco. Hubo un jurado que el miércoles rompió a llorar al enterarse de que había selecciona­do. En otro de los episodios estrafalar­ios del juicio, el Chapo prometió por sus abogados que no mataría a ningún jurado.

El juez no debe de estar convencido de sus buenas intencione­s, porque no ha rebajado un ápice las condicione­s de máxima seguridad. Sus abogados habían solicitado, por ejemplo, que se le permitiera dar un abrazo a su mujer en la vista, a lo que Cogan se ha negado. El Chapo no tiene contacto con Emma Coronel Aispuro desde hace casi dos años, cuando fue extraditad­o a EE.UU.

Se enfrenta a 17 cargos, que podrían suponer cadena perpetua. Su mayor enemigo podría no estar en la fiscalía, sino entre los testigos. Esta semana se ha sabido que uno de sus lugartenie­ntes, Vicente Zambada, detenido en Chicago, ha decidido declararse culpable y colaborar con la Justicia a cambio de protección.

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La Policía custodia los juzgados de Brooklyn a pocos días de la vistaABC

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