«La operación para restaurar la Monarquía fue un claro precedente de la Transición»
Juan Fernández-Miranda y Jesús García Calero Periodistas. Autores de «Don Juan contra Franco»
La voluntad de diálogo desde posiciones en ocasiones contrapuestas solo fue malograda por unos intereses internacionales que veían en el régimen franquista una garantía mayor contra el estalinismo que una Monarquía democrática diseñada por leales a Don Juan y dirigentes de la izquierda en el exilio. «Don Juan contra Franco» es la apasionante crónica de lo que pudo ser y no fue en 1948 hasta que cristalizó en la Transición treinta años después. —En el prólogo, el duque de Alba dice que el objetivo del movimiento monárquico era lograr la reconciliación nacional. ¿Hasta qué punto la restauración monárquica fue un deseo generalizado de los españoles de 1948 y no un anhelo compartido solo por una élite social muy determinada? —Ese anhelo lo compartían militares tan importantes como Aranda o Kindelán, aristócratas como el duque de Alba y políticos como Gil Robles o Indalecio Prieto. Nueve años después de acabada la Guerra Civil todos, desde posiciones muy distintas, querían el final del franquismo. Cada uno tenía sus temores. Lo asombroso es que en 1948 los superaron para explorar la posibilidad de un acuerdo democrático que no obstante se haría esperar treinta años. —¿Ese entendimiento entre monárquicos y republicanos es un precedente de la Transición? —La operación para restaurar la Monarquía fue un claro precedente de la Transición. Da cuenta de las ansias de paz existentes. Tuvieron que olvidarse del acuerdo ante el giro que dio el mundo con la Guerra Fría. En el epílogo lo valoramos como un camino que retomaron con plena consciencia los artífices del pacto de 1978. —¿Cómo fue esa alianza entre los más cercanos a Don Juan y la izquierda en el exilio? —Muy difícil. Se fiaban lo justo unos de otros, no tenían el mismo programa ni una idea similar sobre el futuro de España. Aun así, el acuerdo fue posible. Se habría hecho realidad de no haber sobrevenido la Guerra Fría. —¿La gran aportación del libro es que acredita que la oposición interna a Franco estaba plenamente desarrollada en plena posguerra? —La gran mentira es pensar que la posguerra fue solo mando y represión fran quistas. Fue también un hervidero político, y los monárquicos constituyeron la verdadera oposición a Franco en esos años. La dirección de esa oposición era inequívocamente democrática, ya entonces. Quizá haya quien hoy no quiera saber esto. —¿Los subrayados y anotaciones de Franco sobre los informes que le suministraban sus espías arrojan luz sobre su hermética personalidad? —Es muy curioso ver el código según el cual Franco señalaba detalles preocupantes: subrayaba en rojo las noticias peores y en azul aquellas en las que veía algo positivo. No cambian lo que sabemos sobre él, pero constatan su afán de controlarlo todo y su capacidad de engaño para lograr sus fines.