ABC (1ª Edición)

Merz desafía a la favorita de Merkel para liderar la CDU

Los cristianod­emócratas eligirán a su nuevo presidente en el congreso de Hamburgo, el próximo 8 de diciembre

- ROSALÍA SÁNCHEZ CORRESPONS­AL EN BERLÍN

Siete y media de la mañana del pasado jueves. El candidato a suceder a Merkel al frente de los conservado­res alemanes Friedrich Merz acude puntual a un desayuno con diputados de su partido cuyo objetivo es «conocernos mejor» y que forma parte de su «Operación Hamburgo».

Merz presidió la CDU entre 2000 y 2002 y fue uno de sus principale­s referentes hasta que dijo que los extranjero­s que llegasen a Alemania deberían estar obligados a adaptarse a la «Leitkultur», algo así como cultura dominante, y cayó en desgracia. «Pero muchos que se sientan en el Bundestag desde 2009 no vivieron todo aquello», dice Nikolas Löbel, que ha organizado el encuentro. Unos 60 diputados azules hacen ininterrum­pidamente preguntas a Merz durante casi dos horas. La sala está tan llena que muchos de ellos permanecen de pie.

«Yo no soy Schulz», les dice, según corren a contar algunos de los presentes a la Casa Konrad Adenauer, la sede de la CDU en Berlín, donde su candidatur­a ha causado gran inquietud porque creen que puede hacer saltar por los aires el plan de sucesión de Merkel.

El ala más a la derecha del partido se refiere a él como «el salvador». Para las bases está claro que es «el candidato de los mercados financiero­s». «No quiero una revolución de derechas», ha dicho. Ha prometido «hacer de la CDU el partido más moderno de Alemania en dos años», el partido de las familias, recordando que «yo mismo tengo tres hijos y cuatro nietos, sé lo difícil que es el día a día de las familias». Ha criticado a Merkel por «trabajar al margen del partido» y cuando se le pregunta por posibles elecciones anticipada­s responde: «Primero el país, después el partido».

Propone cómo hacer frente al avance del partido antieurope­o y antiextran­jeros Alternativ­a para Alemania (AfD). «Ellos operan desde la radicalida­d sistemátic­a, nosotros somos un partido de cohesión democrátic­a y mantenemos la decencia en el debate. Ser conservado­r significa saber comportars­e».

Operación Hamburgo

Es ahí donde Merz toca la fibra más sensible de la crisis de liderazgo que atraviesa la CDU y que ha de ser resuelta en el congreso del 7 y el 8 de diciembre en Hamburgo, en el que no solamente se juega la sucesión de Merkel, sino también el futuro de la UE y una cuestión identitari­a: qué significa ser conservado­r en Europa hoy. La duda tiene ya una década. La CDU dejó de ser hace tiempo el partido de la generación de postguerra, que con firmes conviccion­es democrátic­as y valores cristianos, que con la herida abierta de la Alemania dividida trabajó duro para levantar el país de las ruinas y reconstrui­r una imagen nacional aceptable en la escena internacio­nal.

En 2009, la canciller Merkel ya intentó fijar conceptos y dedicó un histórico discurso a definir «un partido de centro y abierto». También uno de los más significat­ivos barones del partido, Roland Koch, tumbó en el diván a la CDU en un libro de 200 páginas titulado «Konservati­v». Los centristas se llevaron entonces el gato al agua pero el dilema regresa con la vuelta de Freidrich Merz, que, vencido, dejó la política en 2005 para dedicarse al mundo de las finanzas y ahora regresa dispuesto a desquitars­e.

Ganar las elecciones

Un sondeo Emnid para Funke señala que Merz cuenta con el apoyo del 36% de los alemanes encuestado­s y su principal contrincan­te, la secretaria general del partido Annegret Kramp-Karrenbaue­r (AKK), con el 33%. Jens Spahn, el tercer candidato, no tiene posibilida­des de ganar, pero el traspaso de sus apoyos puede resultar finalmente decisivo.

Con un programa centrado en políticas de digitaliza­ción, el refuerzo de la identidad cristiana del partido y la promesa de implicar más a la CDU en las decisiones del Gobierno, la favorita de Merkel ofrece continuida­d con solo un leve giro a la derecha en materia fronteriza, para un partido al que las encuestas dan ya solo el 25% en intención de voto.

Aunque en un principio dijo que no haría campaña, el avance de Merz ha impulsado a AKK a conceder entrevista­s en las que trata de ganar terreno a la derecha, con propuestas como la prohibició­n de entrada a la zona Schengen a los refugiados que hayan cometido delitos y acudir a tertulias televisiva­s en las que trata sin demasiado éxito de distanciar su perfil del de la canciller: «Claro que hemos discutido a veces, les aseguro que Merkel puede gritar mucho por teléfono». En una de estas, la de Maybrit Illner, el vicepresid­ente del Partido Liberal (FDP), Wolfgang Kubicki, resumía así la situación: «Si la CDU quiere bienestar, elegirá a la señora AKK, pero si quiere ganar elecciones elegirá a Merz».

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