Disfunciones y tragedias
A Fernando Grande-Marlaska lo ven algunos en los carteles electorales del PSOE, mirando a Cibeles. El titular de Interior, sin embargo, prefiere seguir en su despacho ministerial «para demostrar –dijo ayer– todo lo que valgo». De momento tiene que hacer frente al drama que protagonizan los inmigrantes que cruzan el Estrecho y se ahogan a pocos metros de nuestras costas, atraídos por la ambigüedad con que el Gobierno se ha manejado en este terreno. La Guardia Civil recuperó ayer los cadáveres de otras cinco víctimas de la patera que naufragó a comienzos de la pasada semana frente a Los Caños de Meca (Cádiz). Son ya dieciocho los cuerpos rescatados de aquel viaje, cuyos patrones, detenidos y encarcelados en la prisión de Barbate, cobraron 1.500 euros a cada uno de sus pasajeros, hacinados en un bote que se deshizo contra las rocas gaditanas.
No solo en el sur tiene tarea Grande-Marlaska. El ministro de Interior se reunió ayer en Madrid con su homólogo galo, Christophe Castaner, con quien habló de la devolución irregular de inmigrantes procedentes de Francia en la frontera de Irún, un episodio que Marlaska calificó de «pequeñas divergencias», disfunciones «puntuales» –señaló– que «van a ser corregidas». Demostrar todo lo que vale, como pretende, le va a exigir a Marlaska una vigilancia extrema de todas las disfunciones que, algunas tan trágicas como la de Los Caños de Meca, se producen a diario en nuestras fronteras.