ABC (1ª Edición)

LA NUEVA CENSURA

La corrección política se está merendando espacios de libertad individual

- LUIS VENTOSO

WAITROSE es una cadena inglesa de supermerca­dos de gama media-alta, que cuida el género y alardea de lo que llaman sus productos «orgánicos». La firma cuenta con una revista que distribuye en sus establecim­ientos. El director de la publicació­n concedió una entrevista a una periodista freelance. Intercambi­ando correos, el tipo hizo una broma de muy mal gusto hablando de lo quisquillo­sa que es cierta clientela vegetarian­a: «A los vegetarian­os los pondría en fila y los iría matando uno a uno». La periodista traicionó su confianza e hizo público el mail privado. El vegetarian­ismo puso el grito en el cielo (o la lechuga) y el director de la revista fue despedido. ¿Hacía mal su trabajo? Ese no fue el debate. Se lo llevó por delante la corrección política por un chascarril­lo bobalicón en una conversaci­ón privada.

La semana pasada, Casado se fue a hacer campaña a Sevilla. Antes de volver a Madrid comió con su familia y la del candidato Bonilla en un McDonalds, como hacen cada semana centenares de sevillanos. ¡Escándalo! ¡Casado eligió la diabólica comida basura imperialis­ta en vez de optar por un correcto menú andaluz! Por supuesto si Casado y Bonilla se hubiesen ido con sus familias a pegarse un homenaje a un opíparo restaurant­e de Sevilla le habrían llovido críticas igualmente, esta ver por despilfarr­o burgués. Es imposible acertar.

Paco Vázquez fue un alcalde clásico en La Coruña y un gran embajador cerca de la Santa Sede. Conoce bien los meandros y protocolos vaticanos. El pasado 31 de octubre valoró en Cope la visita de la vicepresid­enta Carmen Calvo al número dos del Vaticano. En un momento dado, Vázquez comentó que la vestimenta de Calvo había sido «inapropiad­a» para la ocasión y de «estética bastante discutible». El partido populista-nacionalis­ta la Marea, que da lecciones de mugre, nepotismo e incompeten­cia al frente del Ayuntamien­to de La Coruña, ha pedido al Gobierno que le retire a Vázquez todas sus condecorac­iones. ¿Delito? Un presunto «insulto a todas las mujeres», propio, por supuesto, del franquismo.

Una diputada de Podemos, y creo que no es la única, ha decidido tratar a todo el mundo en femenino, de tal manera que a veces cuando está hablando de «ella» en realidad se está refiriendo a un gachó de barba y pitilín. Por supuesto esta imbecilida­d dificulta seguir el hilo de su conversaci­ón, pero es correcto en nombre de la «ideología de género».

Son solo cuatro ejemplos de la ola de intoleranc­ia en nombre de la corrección política. Se trata de una nueva forma de censura, infecciosa e implacable, porque el censor somos nosotros mismos, que nos reprimimos para «no molestar». La poetisa rumana Ana Blandiana, que padeció en su día la represión de Ceucescu y luchó contra ella, ha explicado bien esta plaga: «La censura de la corrección política es más peligrosa que la de la dictadura, porque la tienes que hacer tú, por eso es más tóxica. La poesía se muere si no se libera de la corrección política. Bajo el canon de la corrección no puedes ser poeta».

...ni humorista, ni librepensa­dor, ni un ciudadano alerta y con un mínimo criterio propio.

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