El «paraíso» perdido en el peor incendio de la historia de California
La localidad de Paradise es el epicentro de un fuego que deja al menos 29 muertos
Nadie sabe a ciencia cierta de dónde viene el nombre de Paradise («Paraíso»), una localidad en el Norte de California. Una teoría lo vincula a William Pierce Leonard, uno de los primeros que se establecieron en este lugar. Un día de verano de 1864, después de una larga cabalgada por el valle de Sacramento, llegó a su finca y espetó a su compañía: «Chicos, esto es el paraíso». Desde el jueves pasado, el paraíso, ahora una tranquila comunidad de jubilados y clase media, se convirtió en un infierno: es la «zona cero» del peor incendio de la historia de California, según la cifra de fallecidos y el nivel de destrucción de casas.
El jueves, el fuego se declaró en Camp Creek Road –de ahí su nombre de «Incendio Camp»– y se extendió con violencia por los alrededores. Las condiciones de calor, sequedad y fuertes vientos que han provocado incendios catastróficos en los últimos años en California, se citaron aquí con la máxima intensidad.
Paradise, una localidad de 27.000 habitantes, quedó básicamente destruida en menos de un día. La gran mayoría de sus habitantes consiguieron evacuar antes de la llegada de las llamas, pero muchos quedaron atrapados por el fuego, algunos en plena huida, como en una Pompeya contemporánea: las autoridades han encontrado cuerpos abrasados en sus coches, cuando trataban de escapar.
Se esperan más víctimas
La última cifra de fallecidos es de 29, lo que le iguala en cifra de víctimas con el más trágico de la historia de California, el fuego de Griffith Park, en las inmediaciones de Los Ángeles, de 1933. Por desgracia, todo apunta a que el número de fallecidos en el último gran incendio crecerá en los próximos días. Las autoridades buscan todavía a 228 desaparecidos. Es probable que muchos estén en los albergues utilizados para la evacuación, pero también que algunos quedaran atrapados en las llamas.
La violencia del fuego ha sido tal que ha destruido alrededor de 7.000 edificios. En el caso de Paradise, destrozó entre el 90% y el 95% de las estructuras de la localidad, según las autoridades. «Quemó con tanta intensidad que pulverizó todo, en algunos casos fundió los metales. En casos así, es posible que las temperaturas fueran suficientemente altas como para consumir completamente un cuerpo humano», aseguró el shérif del condado de Butt, Kory Honea, al medio local «Chico Enterprise-Record». «Hay tantos escombros en esas zonas que es difícil saber si hay o no restos humanos», añadió. En algunos lugares, los perros de búsqueda no han podido pasar por las altas temperaturas de combustión de los escombros.
Desde el fin de semana, diez equipos de búsqueda tratan de encontrar fallecidos o supervivientes en Paradise y otras localidades cercanas. Al lugar también se ha trasladado un equipo de análisis de ADN y antropólogos para ayudar en la identificación de restos humanos. El incendio está además muy lejos de dejar de ser una amenaza. Hasta ayer había quemado más de 45.000 hectáreas y solo estaba contenido en un 25%. La persistencia de condiciones meteorológicas adversas hacía temer a las autoridades que no se controlará del todo hasta finales de este mes.
Hace poco menos de un año, un fuego atizado por los vientos de Santa Ana a punto estuvo de arrasar «Moraga Vineyards», el viñedo de Rupert Murdoch, valorado en 25,5 millones de euros. Una década antes, en 2007, Sean Penn vio con impotencia cómo su casa quedaba reducida a cenizas. Y más atrás en el tiempo, Maureen O’Hara, Kim Novak y Richard Nixon se jugaron el tipo luchando contra el fuego con las mangueras de riego de sus jardines. Aquel otoño de 1961 ardieron 500 mansiones al norte de la ciudad de Los Ángeles. Otro fuego abrasador había hecho estragos en 1956. Lo mismo sucedió en el año 66. Ya lo dejó escrito Joan Didion en un ensayo: «Vivir en el sur de California, con los vientos de Santa Ana, es aceptar un profundo y mecánico entendimiento del comportamiento humano». El clima de Los Ángeles, añadió, «es sinónimo de catástrofe».
Este otoño de 2018, la catástrofe ha cobrado dimensiones apocalípticas en los dos focos localizados al norte y al sur del estado. «Camp Fire», un incendio desatado en áreas próximas a San Francisco y ya considerado uno de los peores de la historia de California, ha arrasado la población de Paradise, dejando 29 muertos, 230 desaparecidos y 26.000 desalojados. De momento, ha engullido más de 36.420 hectáreas. Más al sur, el mortífero «Woolsey Fire» está devastando, de este a oeste y por el trazado de la autopista 101, granjas, casas móviles y mansiones de la zona de Malibú, Thousand Oaks, Topanga Canyon, Calabasas y Simi Valley. Nadie se libra, ni siquiera los más célebres inquilinos de Hollywood, quienes desde el pasado viernes contemplan atónitos cómo las llamas les han sacado de sus confortables residencias o, en algunos casos, las han reducido a escombros. No hay muralla ni sistema de seguridad que pueda con el avance del fuego.
Guillermo del Toro, Alyssa Milano, Orlando Bloom, Lady Gaga, Will Smith, Charlize Theron, Shannen Dohert y hasta la española Raquel del
Rosario fueron desalojados por los bomberos ante una amenaza inminente. Kim Kardashian y sus hermanas –todas viven en la misma urbanización de Calabasas– apenas tuvieron una hora para empaquetar sus cosas y salir corriendo de sus respectivas propiedades. Todos regresaron cuando el peligro ya había pasado.
Otros, sin embargo, no han tenido tanta suerte: el actor escoces Gerard Butler publicó a primera hora de ayer, en su página de Instagram, una imagen de los restos carbonizados de su casa de Malibú; el rockero canadiense Neil Young, la exatleta Caitlyn Jenner, la estrella televisiva Camille Grammer Meyer o la cantante Miley Cyrus han corrido la misma mala suerte. «Ya no tengo mi casa, pero los recuerdos permanecen para siempre», escribió Butler en las redes sociales. Y una de las localizaciones más reconocibles de la serie «Westwood» (HBO), que se rueda en terrenos perteneciente a los estudios Paramount, también ha sido pasto de las llamas.
Uno de los momentos más dramáticos se vivió cuando las llamas cambiaron su dirección y saltaron el «cortafuegos» de la autopista 101 entre Thousand Oaks y Malibú. Ante el avance del fuego y la imposibilidad de contactar con sus padres, el actor Charlie Sheen realizó un llamamiento en las redes sociales para que le ayudaran a localizar a Martin y Janet Sheen, a quienes durante unas horas se dio por desaparecidos. Un grupo de periodistas les encontró en la playa de Zuma, donde se habían refugiado. «Esto es lo peor que he vivido», dijo el protagonista de «Apocalypse Now» ante las cámaras de Fox News.