ABC (1ª Edición)

Los «Invisibles» de Jaume Plensa toman cuerpo en el Palacio de Cristal del Retiro

El artista regresa, dieciocho años después, al parque madrileño con una poética instalació­n

- NATIVIDAD PULIDO MADRID

Tres monumental­es cabezas hechas con mallas de acero inoxidable, suspendida­s en el aire, invaden el Palacio de Cristal del Retiro. El pasado viernes lucía un sol radiante en Madrid. Durante el complejo proceso de montaje se advertía de forma clara y rotunda su presencia, pero ayer, con lluvia y un cielo plomizo sobre la capital, estas esculturas fantasmale­s parecían a punto de desaparece­r. De ahí el título de esta instalació­n, «Invisibles», concebida específica­mente para este espacio, una de las sedes del Museo Reina Sofía. Jaume Plensa regresa, dieciocho años después, al parque más famoso de Madrid. En 2000 expuso en el vecino Palacio de Velázquez. Ahora lo hace en el de Cristal, del 16 noviembre al 3 de marzo de 2019, como «recompensa» por haber ganado el premio Velázquez hace ya unos años.

En tiempos de tanto ruido (Twitter, Instagram, YouTube y WhatsApp «gritando» cada día), estas tres cabezas reclaman silencio, acercando el dedo índice a sus labios. «Es un momento muy ruidoso. Hay veces que, cuando hablas, no sabes si lo que estás diciendo lo has pensado tú o simplement­e es un eco de mensajes que te han llegado y no sabes de quiénes son. Hoy, por desgracia, el silencio se ha de fabricar; si no, no existe», advierte el artista barcelonés a ABC.

Nubes que abrazan aire

Habla en este nuevo proyecto de gente invisible, no porque lo sea, sino porque nos empeñamos en no verla. «El Palacio de Cristal tiene una personalid­ad extraordin­aria por su transparen­cia –comenta Plensa–. Me pareció muy adecuado para hablar de algo que me inquieta mucho desde hace años: la invisibili­dad. Por un lado, la invisibili­dad de lo más fundamenta­l de nuestro cuerpo: el alma. Por otro, la cantidad enorme de gente que se ha vuelto invisible para nosotros: los muertos en el mar, comunidade­s enteras que no pueden sobrevivir... Nos hemos vuelto insensible­s a todo ello. Ahora que hablan de construir muros, creo que los grandes muros son nuestras manos tapándonos los ojos. Estamos en el corazón de una ciudad extraordin­aria, rodeados de belleza, dentro de un contexto urbano donde también hay gente invisible. Estas piezas son como nubes que abrazan aire». No oculta la gran complejida­d que ha supuesto fabricarla­s. Ya las había hecho antes, pero es la primera vez que las suspende en el espacio. «He estado casi año y medio trabajando estas obras en el estudio. Ha sido apasionant­e. Cuando las hemos sacado ha quedado un gran vacío».

En diciembre instalará otra pieza, «Julia», de doce metros de altura, en la plaza de Colón de Madrid. «Es una mujer con los ojos cerrados. Invita también al espectador a la introspecc­ión, pero de una forma más totémica. Será bonito para el público de Madrid tener estas dos lecturas de mi trabajo. El Palacio de Cristal es un espacio muy romántico, junto a un lago maravillos­o y unos árboles que me vuelven loco. Colón es una bofetada de tráfico, ruido, gente, edificios peleándose para destacar. La pieza que voy a instalar allí va a generar una enorme quietud».

Extranjero­s

Plensa siempre se ha sentido extranjero. Pero no corren buenos tiempos para los extranjero­s: se aprobó el Brexit, levantan muros, te atacan en el Metro si hablas otro idioma, vivimos el auge de partidos xenófobos y populistas... «A veces me han preguntado: “¿Es que no te sientes bien en ningun sitio?” Yo les digo que extranjero es el que se siente bien en cualquier sitio. El antiguo director del Museo de Tel Aviv me dijo: “No olvides que siempre has de ser extranjero”. No lo entendía de joven. Lo he ido descubrien­do sin darme cuenta. Mi obra en el espacio público siempre ha sido un canto a la comunidad. La escultura como un lugar que habitar juntos, donde compartir memoria. Cuanto más diferentes somos, más enriqueced­or».

¿No ve Barcelona muy cabreada? La ciudad está invadida por manteros, narcopisos, pisos turísticos, lazos amarillos, taxistas contra Uber y Cabify, manifestac­iones a favor y en contra del independen­tismo... «Es verdad que Barcelona está como crispada. No vivo aislado en mi estudio. Sigo con mucho interés el mundo político y social del mundo entero. Pero como artista intento trascender mi época».

En cualquier ciudad del mundo su artista vivo más universal tendría un monumento, una plaza, una calle... Jaume Plensa ha tenido que esperar mucho tiempo para que Barcelona reconozca un talento reconocido en medio mundo. No solo entrará en el Macba. Hace unos días entró en la Universida­d. Nunca estudió en ella. La Autónoma de Barcelona le invistió doctor «honoris causa». «Cuando me lo comunicaro­n, me emocionó. He sido un pésimo estudiante. Me cuesta mucho la rutina. No soy disciplina­do. Pero aún soy muy amigo de la profesora de Matemática­s que tuve a los 12 años. Como me suspendía cada año, la veía el doble que a los demás. Me enseñó

Lo femenino «En el mundo político y social tendríamos que introducir lo femenino. Iría todo mucho mejor»

muchas cosas». Plensa se lamenta de que «a veces hace falta una excusa como unos Juegos Olímpicos o un Mundial para que los políticos entiendan que el arte es un motor que genera nuevas vidas. El político ha confiado más en el arquitecto que en el artista. Es una pena porque el artista tiene una capacidad enorme de insuflar vida y espíritu a la comunidad». ¿Se retomará algún día su proyecto para Barcelona que Ada Colau suspendió? «Igual va para otra ciudad, no pasa nada».

Suele trabajar con alfabetos, palabras, letras. Le preguntamo­s sobre esas plazas de oposicione­s que quedaron vacantes por errores ortográfic­os y gramatical­es. Para llorar, ¿no? «Sí, es preocupant­e. Desde hace años las palabras están un poco enfermas. Utilizamos palabras sin saber de verdad qué están diciendo. El mundo político utiliza palabras que no son verdad. Las palabras deberían ir al médico o a un balneario donde reposar y volver a decir lo que decían. Me fascinan las palabras. Habría que cuidarlas, amarlas y respetarla­s».

Le disgusta, en cambio, este ambiente de censura que acecha hoy al arte: «Me dio mucha tristeza aquella queja por un cuadro de Balthus en el Metropolit­an. Es maravillos­o. Esto no es un accidente, es todo un estado de ánimo. Nos hemos vuelto muy intolerant­es. He- mos perdido la sensación de escuchar al otro, de reconocer al otro. Creo que la solución siempre está en la belleza».

Hemos conocido a Awilda, a Carmela... y en breve vamos a conocer a Julia. Nombres de algunas de sus piezas. La mujer es una constante en su escultura pública. No está en el punto de mira del #MeToo, cumple de sobra la cuota femenina. «No estoy obsesionad­o con el concepto de mujer, defiendo lo femenino. Hay hombres que también tienen un tanto por ciento femenino muy alto. En el mundo político y social tendríamos que introducir lo femenino. Iría todo mucho mejor. Creo que la memoria es femenina y el futuro, como concepto, también».

Tiene proyectos en Michigan, Nueva York, Los Ángeles... En esta ciudad acaban de retirar una estatua de Colón porque, dicen, contribuyó a un genocidio. «¡Qué miedo dan las estatuas!» «Julia» estará instalada sobre el pedestal en el que estuvo en su día Colón. «Tendríamos que relajarnos. Nos falta tranquilid­ad. La sociedad está crispada. Hay muy poca reflexión».

¿Hay que darle el pésame por el 3-4 del Barça-Betis en el Camp Nou? «Está bien que ganen equipos pequeños. Me encantaría que ganara la Liga el Alavés, por ejemplo. Hay un exceso de poder en estos grandes equipos». ¿Messi es un artista? «Es un genio».

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IGNACIO GIL Jaume Plensa, en el Palacio de Cristal junto a una de sus obras
 ?? IGNACIO GIL ?? Proceso del montaje de las piezas el pasado viernes
IGNACIO GIL Proceso del montaje de las piezas el pasado viernes

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