ABC (1ª Edición)

EL DESPILFARR­O DE LA HERENCIA DE RAJOY

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HAY datos objetivos en nuestra economía que apuntan a una ralentizac­ión del crecimient­o, si no a un estancamie­nto preocupant­e. Sería demagógico e injusto atribuir la responsabi­lidad a la política del Gobierno de Pedro Sánchez en exclusiva, porque es cierto que el ciclo económico ya ofrecía señales de fatiga desde meses antes de su llegada a La Moncloa. Ahora bien, la comparativ­a no resiste la más mínima discrepanc­ia en el análisis y destroza el triunfalis­mo expresado por Sánchez en las últimas semanas. De hecho, el Gobierno pervierte los datos, los cocina a su antojo y manipula la realidad. Por ejemplo, es un dato incontesta­ble que entre enero y junio de 2018, con Mariano Rajoy en La Moncloa, el paro se redujo en 250.619 personas, y sin embargo de julio a diciembre, con Sánchez, los parados aumentaron en 40.135. De enero a junio hubo más de 500.000 afiliados nuevos a la Seguridad Social, y en el segundo semestre apenas 17.200. Y en lo relativo a precarieda­d laboral, Sánchez tampoco tiene motivos para presumir en absoluto: si en los seis primeros meses hubo 9.706.469 contratos temporales, de junio a diciembre esa cifra se amplió en otros 600.000.

Pedro Sánchez se niega a ver que su modo de llegar al Gobierno ha generado desconfian­za y un sentimient­o de provisiona­lidad que ahuyenta al dinero. Su compromiso de derogar la reforma laboral del PP, después matizado y ahora exigido por los sindicatos, que anuncian movilizaci­ones, también ha provocado insegurida­d. Y si, como está haciendo el Ejecutivo socialista, se incrementa­n los costes empresaria­les vía impuestos, lo lógico es que se reduzca la contrataci­ón. A punto de renegociar sus presupuest­os, Pedro Sánchez no puede despilfarr­ar –a través de cesiones económicas, no ya políticas– la herencia económica recibida de Mariano Rajoy.

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