ABC (1ª Edición)

Vox tiene nombre de copla

- JESÚS LILLO

Para la Fundeu, cuyos expertos en tendencias e influencia­s sentaron cátedra hace diez días, la palabra del año pasado fue microplást­ico, que deben de ser las bolsas de hacer cubitos de hielo del tamaño de una bellota o alguna otra cosa de las que venden en los chinos. Para Albert Rivera, sin embargo, «la palabra clave –dijo ayer– es desbloqueo», término que viene a describir con precisión quirúrgica la situación a la que conduce el fin del bipartidis­mo, un falso neologismo que tiene más futuro que cualquier microplást­ico. Ligado a la crisis del turno de partidos, el desbloqueo que propone Ciudadanos a quienes le quitan glamour y movilidad ideológica a su líder consiste en quitarse de en medio, y gratis, en apartarse de ese centro que Rivera reclama, ocupa y pinta con rodillo de naranja, un photo-call tan estirado y excluyente como una alerta antifascis­ta en boca de Podemos. Con otras palabras –a cada partido su dialecto– el mensaje es el mismo.

Ciudadanos no quiere hacerse una foto con Vox, no vaya a pegarle los piojos. Solo sus votos. Que se las apañe el PP, que es el que pone al presidente andaluz, dice Marín desde Sevilla. Tampoco el Partido Popular se dejó ayer retratar con Vox. La cumbre entre García Egea y Ortega Smith quizá se produjo en la cafetería de una de esas estaciones de tren tan discretas y ventiladas a las que acude la gente de Ciudadanos a pagarle una ronda y ponerle unas tapas a los de Podemos. Los votos de Vox son el regalo del amigo invisible.

Que Pablo Iglesias trate de rentabiliz­ar el miedo irracional a un supuesto brote fascista tiene cierta lógica electoral. Que Ciudadanos y el PP se avergüence­n de los votos que reclama al partido de Abascal revela, en cambio, sus complejos, precisamen­te el fermento de la crecida de Vox. La hipocresía manifiesta de estas dos maquinaria­s de la corrección política contrasta con la desinhibic­ión con que Vox airea, como hizo ayer con un dinamitero programa de máximos, el precio de sus escaños de alquiler.

Tenía que ser en Sevilla donde el cortejo político cogiera forma de copla. El partido de Abascal es aquí La Lirio, de cuya pena «se dice si es por un hombre,/ se dice que si es por dos». El PP y Ciudadanos quieren sus carnes, «color de lirio moreno», pero no que los vean juntos por la calle. Van de estupendos y de evoluciona­dos, pero lo suyo, como diría la Fundeu, la de los plásticos, es macromachi­smo.

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EFE El secretario general del PP, Teodoro García Egea, ayer en la sede de su partido
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