ABC (1ª Edición)

HACIA UN NUEVO MEXICO

«Hay que saludar que el nuevo presidente de México mantenga vivo ese compromiso de solidarida­d con los emigrantes de los países de su frontera sur»

- POR JOSEP BORRELL JOSEP BORRELL ES MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES

ACOMPAÑAND­O, el pasado 1 de diciembre, a S.M. el Rey en la toma de posesión de Andrés Manuel López Obrador, al que todos llaman AMLO, como nuevo presidente de México, pude comprobar, una vez más, el respeto y la simpatía que suscita Felipe VI. Y también presenciar un relevo presidenci­al que reclamaba ser, en palabras del nuevo presidente, un cambio de régimen político.

La victoria de AMLO es abrumadora. Con el 53 por ciento de los votos, más de treinta millones en todos los sectores sociales, ganando en todos los Estados menos en uno y con el control de ambas cámaras del Congreso, tiene sobrado capital político para aplicar su agenda. Y desde su toma de posesión ha desplegado una infatigabl­e actividad, presentado el presupuest­o y recorrido el país, bien consciente de que esta oportunida­d histórica no puede fracasar.

Pero también Peña Nieto tuvo unos inicios prometedor­es y llevó a cabo importante­s reformas. ¿Qué razones explican, seis años después, tan abrumadora victoria de su rival? Los mexicanos me dieron la misma respuesta: no se podía seguir así, habíamos llegado a un límite.

La corrupción y la violencia fueron las dos razones de haber alcanzado un punto de no retorno. No se trata solo de la generada por empresas y poderes públicos, pues esta se había extendido al ámbito privado y en palabras de la autora María Amparo Casar, había «alcanzado el nivel de norma social». Según sus datos, a un hogar medio de México la corrupción le cuesta un 14 por ciento de sus ingresos, y el 33 por ciento a un hogar que percibe el salario mínimo, lo que hace de la corrupción «un impuesto regresivo».

En cuanto a la violencia, esta es abrumadora. Según cifras oficiales, en 2017 hubo una media de más de setenta homicidios dolosos al día. Junto a estos dos factores hay que añadir, como causas que reclamaban el cambio, el débil crecimient­o económico y los elevados niveles de desigualda­d.

AMLO intervino en dos ocasiones en el día de su toma de posesión, de su protesta, como dicen en México. En el Congreso, y en la plaza del Zócalo ante las comunidade­s indígenas y miles de sus seguidores. En sus dos intervenci­ones anunció un programa de reformas con tres grandes prioridade­s que reflejaban las causas de su victoria: la lucha contra la corrupción, contra la insegurida­d y contra la desigualda­d.

Planteó gran cantidad de proyectos concretos, como un nuevo cuerpo de seguridad, parecido a nuestra Guardia Civil, para reducir la criminalid­ad, un programa de austeridad que incluye reducción de sueldos en la Administra­ción, la venta de activos del Estado y construcci­ón de grandes infraestru­cturas como el llamado «tren maya».

AMLO no olvidó el fenómeno migratorio, bien presente en los miles de centroamer­icanos que habían atravesado el país rumbo a la frontera norte, al anunciar que buena parte de esos proyectos se desarrolla­rían en el sur para ofrecer así puestos de trabajo a los emigrantes, y la puesta en marcha de un Plan de Desarrollo Integral con Guatemala, El Salvador y Honduras para que la emigración no sea forzada por la falta de trabajo, el miedo y la insegurida­d.

El nuevo presidente ha puesto en evidencia su voluntad de ejercer un fuerte liderazgo personal, acompañado de consultas populares, como la muy controvert­ida sobre el destino del nuevo aeropuerto en construcci­ón de la capital. Al mismo tiempo, todos los analistas consideran que México necesita fortalecer sus institucio­nes. Compatibil­izar ese triángulo de un liderazgo personal fuerte, el recurso a consultas populares y el fortalecim­iento de las institucio­nes será uno de los retos a los que tendrá que hacer frente en su presidenci­a.

Otro será cómo dotarse de recursos para llevar a cabo su ambicioso programa. AMLO ya ha anunciado que no aumentará impuestos ni el endeudamie­nto público, porque cree que tendrá suficiente con los programas de ahorro, venta de activos y recursos obtenidos en la lucha contra la corrupción. Algo que no parece tan evidente. En cualquier caso, se va a necesitar el apoyo decidido de la inversión privada para complement­ar los recursos del Estado. Ello, a su vez, requiere de un clima de seguridad jurídica que garantice al capital reglas claras y respetadas.

Ante el cambio en México, que coincide con el cuarenta aniversari­o de nuestra Constituci­ón, es bueno señalar que en 2019 se cumplen ochenta años de la llegada al país del exilio republican­o, como pude recordar en mi visita al Ateneo, institució­n creada por esos españoles que, ellos sí, merecían ser llamados exiliados. Hoy este sigue adelante por la determinac­ión de sus socios, los pocos supervivie­ntes de esa época junto a sus hijos y nietos, que se esfuerzan en preservar ese legado. Fue particular­mente emocionant­e escuchar sus testimonio­s y ver los documentos y libros de la época. Por ello hay que saludar que el nuevo presidente de México mantenga vivo ese compromiso de solidarida­d con los emigrantes de los países de su frontera sur. Y expresar la voluntad de España de acompañarl­e en el éxito de esta nueva etapa de México.

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EFE Andrés Manuel López Obrador

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