ABC (1ª Edición)

«Los niños tienen que aprender a decir no y defenderse del acosador»

∑ Dos policías ponen su experienci­a al servicio de la lucha contra el bullying escolar

- C. FOMINAYA

«Ante el acoso escolar, los niños tienen que aprender a defenderse. Tienen que sacar sus miedos y su fuerza interior. Es importante. Los padres no podemos ir a “examinarno­s” por ellos», advierte la Sargento Emilia, pseudónimo de Lía Gonzaga, una policía con más de treinta años en el cuerpo, además de psicóloga, periodista y escritora de novela negra. Ahora ha puesto toda su experienci­a en un cuento que ha llamado «Súper Pedrito» (editorial Pluma Verde), ilustrado por el policía Benjamín Celdrán, con el que ambos pretenden ayudar a los más pequeños en esa tarea.

El origen

La idea de escribir este relato surgió de una conversaci­ón de Lía Gonzaga con una amiga suya, cuyo hijo de 8 años estaba sufriendo acoso en el colegio. «Se trata de un niño muy inteligent­e, al que dos niños mayores de su colegio atosigaban de forma continua. Tuvo que pasar un año hasta que el padre consiguió enterarse de qué estaba ocurriendo y se pudo destapar el tema. Se castigó a los acosadores y la familia optó por cambiar al pequeño de colegio», relata.

Por esa época, Gonzaga (alias Sargento Emilia) tuvo claro que desde la Policía había que hacer algo para luchar contra esta lacra. «Pensé en que había que cambiar el discurso y crear un instrument­o para trabajar con los niños a otro nivel». De ahí surgió Pedrito, un niño que sufre acoso escolar en su nuevo colegio. Las cosas empiezan a cambiar cuando conoce a Nadia, cuya madre, policía, da una charla sobre bullying en el centro escolar.

Técnicas

La historia ofrece numerosos juegos psicológic­os para trabajar en el aula. «Una de las propuestas pasa por arrugar un papel y tirarlo al suelo, para trabajar el control de la ira; otra, por escribir cada uno un miedo y colgarlo en la pizarra. Puede ser a las tormentas, a los ruidos, a la soledad... es una manera muy sencilla de ver que todos tenemos uno», reconoce. Al final del cuento, ambos policías se despiden y ofrecen a los críos tres pistas para ser felices. «Enseñamos a los chicos a saber decir no cuando te ofrecen droga o bebidas alcohólica­s, por ejemplo... El mensaje es tan potente que hemos visto que funciona también para adolescent­es de instituto, e incluso para adultos».

Causas

El objetivo final del cuento, concluye la Sargento Emilia, «es que los niños sepan que ser diferente no es ser inferior, y que vayan ganando seguridad. No hay ningún problema por rechazar a esa persona que pasa de nosotros... y si sufrimos bullying, hay que contarlo a los más allegados, hermanos, padres, tíos o abuelos... porque estos nos pueden ayudar. Si el niño de mi amiga hubiera hablado antes, se hubiera evitado un montón de sufrimient­o. Es necesario que los menores hablen, que no se callen y lo cuenten. Y que el resto no mire para otro lado si detecta que algún compañero está sufriendo acoso».

La conciencia­ción es importante porque esta lacra, concluye, va en aumento. Entre los motivos estarían, según Gonzaga, «el aburrimien­to de los niños, que utilizan el acoso como una forma de “juego”, el poco o escaso control parental, y la proliferac­ión de niños dictadores y egocéntric­os que instrument­alizan a las personas y que solo saben pedir. De ahí que el próximo cuento de nuestra colección Corazones Azules, bajo el título de “Todo para mí”, intente hacer visible también este otro problema».

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ABC Lía Gonzaga y Benjamín Celdrán, escritora e ilustrador del cuento

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