POSTUREO ESTÉRIL
LAS negociaciones que han permitido alcanzar un pacto de cambio en Andalucía provocan incredulidad tendente a la melancolía. No hablo de los dirigentes desalojados, no. Esos vivieron la jornada electoral con estupor, pusieron en marcha las trituradoras al considerar inminente su salida de los despachos que habían ocupado durante casi cuatro décadas y se dieron por cesados, muy a su pesar, ante la derrota sufrida a manos de PP, Ciudadanos y Vox. De haber conseguido PSOE y Podemos nueve escaños más de los alcanzados habrían fraguado de inmediato un acuerdo destinado a seguir repartiéndose el poder, por lo que en aquellos días de diciembre uno y otro se dijeron que eso harían los vencedores no tardando mucho. ¡Craso error de percepción! Fiel a su tradición fratricida, el centro-derecha español se enzarzó en peleas intestinas en lugar de sumar fuerzas, con el consiguiente espectáculo de lucha en el barro resuelto ayer, in extremis, merced a la mediación popular.
Y es que aquí el único que ha remado decididamente hacia la playa del consenso ha sido el PP de Pablo Casado, pese a sufrir en sus siglas el ataque de unos y otros. Contra su barca se han levantado el postureo estéril de Cs y el extremismo de Vox, dedicados a poner palos entre las ruedas de un posible acuerdo. Los de Rivera adoptaron desde el inicio una actitud esnob, de ninguneo ostentoso a las