ABC (1ª Edición)

La decisión de Solari

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EFE

rias ocasiones peligrosas. En una no llegó por poco, en otra participó un central y en la tercera paró Keylor con mucho mérito. Los reflejos frescos de Keylor eran la primera noticia buena para el Madrid.

El 4-3-3 fallaba un poco. Carburaban las bandas, y Benzema se lo trabajaba más o menos contra una defensa de tres (con la escasa agresivida­d habitual), y lo que no terminaba de coger temperatur­a era la media. Estaban entre el frío y el calor. Ceballos ha perdido ángel con la suplencia, y Valverde gustaba, pero siempre con detalles y presuncion­es más que realidades. Casemiro hacía de Casemiro y los interiores estaban insipidos, a lo Kroos, de quien no sé sabe nunca con gran seguridad si está jugando bien del todo o quizás un poco mal. Les faltaba dribling, ruptura, llegada. El sistema se hacía un poco funcionari­al.

El Madrid llegaba sin peligro y fue Odriozola el que abrió el partido con su insistenci­a. Había llegado varias veces con peligro. En una pidió penalti, en otra se encandiló buscando El técnico dejó en el banquillo a Isco. Valverde y Ceballos están por delante del malagueño

Otra vez Odriozola El insistente lateral fue el primer gran argumento ofensivo del Madrid y provocó el penalti del 1-0

un último pase, y fue en el 43 cuando entró en al área con la suficiente ventaja como para poder exigir penalti. Pitó el árbitro y marcó Ramos con garbo y colocación.

Penosament­e, con sacrificio, el Madrid se llevaba el 1-0 al descanso.

Del vestuario los de Solari salieron más vivos, con un poco más de ritmo, secando por completo las contras del Leganés. Ceballos comenzó a buscar a Vinicius en su mejor sitio y en el 57 ya tuvo una ocasión. Luego demostró esa insólita capacidad para tirar siempre al bulto, incluso con peligro. El Madrid, en cualquier caso, era mejor y tenía más sentido a medida que encontraba al brasileño.

Los Valverde, Reguilón y compañía le daban al Madrid un tono humilde pero pundonoros­o, de alguna forma limpio, agradable.

Pero el 1-0 hacía más feliz al Leganés que al Madrid. Tanto que era posible empezar a preguntars­e si el dominio local no podía ser inducido.

Regalo en el 2-0

Justó ahí llegó el 2-0. Un robo de Benzema (error de Bustinza) que Vinicius cedió a Lucas para que marcara. Había sido clave el olfato de carterista de Benzema. Ese talento para ver el error ajeno en las líneas de pase parece el reverso de su capacidad para la asistencia y los espacios intermedio­s.

Después de su gol, Lucas salió para que entrara Isco por fin. Con él en el campo Vinicius se quedaba como única flecha en el ataque. Los pases iban a ir para él. Y así fue, en el 76, una jugada urdida entre Isco y Benzema acabó en pase de Odriozola para la volea en escorzo de Vinicius. Era el tercero, encarrilab­a la eliminator­ia, certificab­a su titularida­d incontesta­ble y acreditaba que en Vinicius hay rematador. ¡Sus problemas de definición tienen solución!

Ya sin partido llegaron los debutantes: Arnáiz en el Leganés y Brahim (al que muchos ya llaman y no dejarán de llamar Ibrahim).

El humor ya era otro en el Bernabéu. Hubo aplausos para Benzema y entró también Cristo, el nueve del filial. La noche se acabó con una certeza que es a la vez una ilusión para el madridismo: Vinicius ya es titular y no parece posible que su puesto pueda ya ser cuestionad­o. Aporta demasiadas cosas, demasiada alegría, como para no aprovechar­la.

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