El régimen criminal de Maduro sobrevive gracias a sus cómplices
EL SICARIO SE CELEBRA
YA se ha consumado la enésima estafa en Caracas, que si no fuera por lo sangrienta, criminal y monstruosamente dolorosa que es para la población, sería uno de los más ridículos esperpentos jamás habidos. Ayer Nicolás Maduro, dictador y pelele a un tiempo, organizó una ceremonia para mayor gloria propia y perfecta inutilidad más allá, con la que dar por inaugurado su segundo mandato como presidente de la República de Venezuela. Dice que por seis años gracias a los votos del pueblo. Él sabe que ambas cosas son mentira. En realidad, todo lo que rodea a Maduro es mentira, menos el hambre, el terror, el colapso del Estado y la agonía del pueblo. Cierta es también la demencial arbitrariedad que todo lo envenena y nada respeta. Como cierto es el dinero que ha comprado voluntades y la servidumbre inmoral e indigna de políticos extranjeros, especialmente españoles.
Es mentira que haya sido elegido. Porque no ha habido elección que merezca tal nombre desde las legislativas de diciembre de 2015 que le propinaron el brutal golpe de rechazo que le llevó a perder todo escrúpulo en la represión criminal. Y es mentira su mandato. Porque sus opciones reales de futuro están en la huida a un exilio en China, Rusia u otra guarida donde comprar seguridad con su botín. O ser arrastrado por las calles de Caracas y muerto a golpes como un perro, tal como sueñan tantos venezolanos.