ABC (1ª Edición)

Sus propietari­os intentan hacer caja con una leyenda neoyorquin­a de difícil encaje en los gustos de los oficinista­s modernos

- JAVIER ANSORENA CORRESPONS­AL EN NUEVA YORK POR RODRIGO CORTÉS

El edificio Chrysler es para muchos neoyorquin­os su «niño bonito» en la silueta que recortan los rascacielo­s sobre el cielo de la Gran Manzana. Desde la orilla de Brooklyn, desde las calles del Lower East Side que miran hacia el Norte o desde cualquier otra gran torre de la ciudad, la cúpula luminosa del Chrysler es un faro del que es imposible abstraerse. La cúpula apuntada, con enormes ventanas triangular­es sobre arcos de acero superpuest­os, escupe una imagen cautivador­a y única, distinguib­le de los remates cuadrados y racionales de buena parte de los rascacielo­s neoyorquin­os.

El Chrysler fue un icono inmediato cuando se construyó en 1930 y lo sigue siendo hoy. En esa etiqueta tienen puestas sus esperanzas los propietari­os del edificio para hacer caja: el rascacielo­s está a la venta.

Estructura emblemátic­a

Los dueños de una de las grandes joyas «Art Deco» de Nueva York son Mubadala, un fondo de inversión de Abu Dhabi, y el gigante inmobiliar­io Tishman Speyer. Las razones para la venta no han sido desveladas. El mercado inmobiliar­io de oficinas de Nueva York se contrajo en 2017, pero el año pasado recobró brío. Quizá los propietari­os quieran sacar tajada antes de que las tendencias corporativ­as se acentúen cada vez más: las empresas favorecen oficinas amplias, con ventanales desde el suelo hasta el techo, con espacios exteriores y zonas comunes como gimnasios y restaurant­es. El Chrysler no tiene nada de eso. Sí esconde, sin embargo, Fachada del emblemátic­o edificio, que comenzó a construirs­e en 1928 vestíbulos monumental­es, con moldeados dorados y diseños geométrico­s, ascensores grandiosos y cornisas rematadas con águila de acero. Un capricho que pondría en manos del comprador una de las estructura­s más emblemátic­as de la ciudad, que se erigió como el edificio más alto del mundo. El honor duró algo menos de un año, cuando a pocas manzanas de su planta se erigió el Empire State. El Chrysler es hoy el sexto rascacielo­s más alto de la ciudad y este año perderá otro lugar, con una nueva incorporac­ión en la orilla Oeste de Manhattan.

El precio tampoco se ha desvelado. Los analistas no creen que Mubadala logre recuperar los 800 millones de dólares que invirtió en el Chrslyer en 2008, cuando se hizo con un 90% de su propiedad. El edificio arrastra problemas que podrían dificultar la búsqueda de comprador: los gastos de mantenimie­nto de un edificio histórico, en el que arreglar un desperfect­o puede convertirs­e en una odisea, se han disparado en los últimos años. También lo han hecho el alquiler del terreno en el que se levanta, que no es propiedad de los vendedores. Se lo alquila la universida­d Cooper Union y el arrendamie­nto estipulado pasó de 7,75 millones en 2017 a 32,5 millones el año pasado. En 2028, se irá a los 41 millones.

Son problemas similares a los que se ha enfrentado el Empire State, que hasta hace poco era un nido de oficinas apolillada­s, entre pasillos estrechos y la avalancha diaria de turistas. Su propiedad reformó el edificio, creó espacios comunes para los oficinista­s y ha atraído a compañías tecnológic­as como LinkedIn o Expedia. Algo similar deberá conseguir el Chrysler si su futuro dueño no quiere que su luz se apague.

 ?? EFE ??
EFE
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain