ABC (1ª Edición)

PUIGDEMONT PLANEA USAR LA SENTENCIA DEL 1-O CONTRA ERC

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Si es que alguna vez llegó realmente a empezar, la XII legislatur­a del Parlamento de Cataluña está finiquitad­a, a la espera de la última fiesta de fuegos artificial­es que los convergent­es están preparando para cuando presumible­mente en otoño –aunque quizá antes– se haga pública la sentencia por el referendo ilegal del 1 de octubre.

Carles Puigdemont concretame­nte y Convergènc­ia en general –todos los sectores del partido, tan divididos en la mayoría de los demás asuntos, confluyen en esta estrategia– quieren usar esta sentencia del Tribunal Supremo no tanto como gasolina contra el Estado sino como un estilete para zaherir a Esquerra Republican­a y hacer quedar a Oriol Junqueras y al presidente del Parlament, Roger Torrent, como unos cobardes.

Los convergent­es pretenden, cuando se conozca la sentencia, muy probableme­nte condenator­ia, forzar la investidur­a de Puigdemont como respuesta. Volverla a forzar, como ya intentaron tras las elecciones del 21 de diciembre, sabiendo que no la conseguirí­an, pero con el objetivo de empujar al presidente del Parlament, Roger Torrent, a la inhabilita­ción o al «colaboraci­onismo con España». También ahora saben que les será imposible investir a Puigdemont como presidente de la Generalita­t, pero entienden que podrán acusar a Esquerra de tibia, de autonomist­a y de cómplice de la represión cuando, llegado el momento, otra vez Roger Torrent se niegue a saltarse la Ley para no arruinar su carrera política y para no perjudicar las posibilida­des de que Junqueras obtenga alguna clase de beneficio penitencia­rio, que sería inimaginab­le si ERC insistiera en la insurrecci­ón.

Tras la investidur­a nuevamente fallida, «por culpa» de los republican­os, Puigdemont y Torra convocaría­n elecciones con la idea de repetir la hazaña del pasado mes de diciembre y derrotando en el último suspiro a Esquerra, a quien todas las encuestas dan como segura ganadora de unas eventuales elecciones autonómica­s en Cataluña. Entre el descrédito que calculan causarle a ERC y los disturbios callejeros que hace tiempo que los CDR anuncian, los convergent­es esperan crear un clima de excepciona­lidad que en apariencia sea de desafío al Gobierno, al Estado, a «España», pero que en el fondo sea no más que el enésimo truco para derrotar a sus enemigos, que son Esquerra y Junqueras, en su guerra fratricida, no por la independen­cia sino por la Presidenci­a de la Generalita­t.

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