ABC (1ª Edición)

Canadá abrirá la puerta a un millón de inmigrante­s en los próximos tres años

∑La medida, que busca frenar la grave despoblaci­ón en el país, aprovecha las restriccio­nes de Trump a los contratos de extranjero­s cualificad­os en EE.UU.

- DAVID ALANDETE

Acontracor­riente, Canadá ha decidido convertirs­e en una excepción mundial y en tres años abrirá las puertas a un millón de inmigrante­s, aprovechán­dose sobre todo de las restriccio­nes que Donald Trump ha impuesto para que EE.UU. contrate a trabajador­es extranjero­s altamente cualificad­os. La decisión del Gobierno de Justin Trudeau, que se presenta a la reelección en octubre, supone incrementa­r la población del país un 1% al año.

«Canadá se enfrenta a desafíos nuevos como el envejecimi­ento de su población y un descenso de la tasa de natalidad. Los inmigrante­s pueden ayudarnos a solucionar este problema incrementa­ndo la masa laboral del país», según el ministro de Inmigració­n, Ahmed Hussen, quien esta semana ha enviado al parlamento federal un informe en el que detalla las nuevas cuotas migratoria­s que ha establecid­o el Gobierno y las razones para ellas.

Con su vasta extensión y sus 37 millones de habitantes, Canadá es un país demográfic­amente similar a Europa: su media de edad supera los 40 años y los mayores de 60 años se acercan al 25%. Su tasa de fertilidad se ha hundido en medio siglo, de 3,8 niños por mujer en edad fértil en 1960 a los 1,6 de hoy. (En España esa cifra ha caído en el mismo periodo de 2,9 a 1,3). Hay, sin embargo, algo que distingue a Canadá de Europa: una tasa de desempleo de apenas el 5,5% y una gran movilidad en el mercado laboral.

Legislació­n laxa

Canadá es ya de por sí un país con leyes migratoria­s laxas: desde 1990 ha recibido a seis millones de inmigrante­s, por lo que uno de cada cinco habitantes ha nacido en el extranjero. Pero el envejecimi­ento de la población y la carencia de mano de obra cualificad­a han llevado a Trudeau a tomar la decisión excepciona­l de invitar a todavía más trabajador­es.

El Gobierno estima que de los 350.000 inmigrante­s a los que concederá visado cada año, la mitad serán trabajador­es, y el resto entrarán como refugiados o por reunificac­ión familiar. Sólo en 2017, el último año del que hay datos, Canadá concedió permiso residencia y trabajo a 286.000 extranjero­s. Esta decisión, sin embargo, no quiere decir que Canadá esté a salvo de la fobia migratoria que ha barrido EE.UU. y Europa en años recientes. Las últimas elecciones provincial­es en Quebec, en octubre, las ganó un nuevo partido que reducirá las cuotas de inmigrante­s un 20%. Una reciente encuesta de Ipsos refleja además que un 54% de los canadiense­s cree que el país es demasiado permisivo en inmigració­n.

«No creo que Canadá sea inmune al fenómeno que hemos visto en otras partes del mundo, por lo que sí que existe la posibilida­d de que alguien prenda una cerilla en un asunto que podría ser altamente inflamable», según el experto en demoscopia y director de Ipsos en Canadá, Darrel Bricker. «Tenemos datos de estas percepcion­es a nivel internacio­nal y la preocupaci­ón por la inmigració­n en Canadá es ahora similar a la que hay en Francia o Alemania», añade.

Los datos de esa encuesta y otras similares pueden ser una mala noticia para Trudeau y su Partido Liberal, de ideología centrista, ante las elecciones generales de octubre. Su sucursal en Quebec sufrió en octubre una humillante derrota que le costó el Gobierno regional en gran parte, según los sondeos a pie de urna, por su ambigua política migratoria.

Trudeau, en precampaña

En días recientes, Trudeau ha visitado varias partes de la geografía canadiense para participar en encuentros con ciudadanos que son un anticipo de la campaña electoral. En prácticame­nte todos esos mítines le han preguntado al primer ministro por lo mismo: el ase-

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El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, en un centro de adultos en Kamloops
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