ABC (1ª Edición)

ALBA, UNA MUSA DE SÍ MISMA

- ÁNGEL ANTONIO HERRERA

lba Carrillo es una guapa de soleada lámina que ha logrado una carrera solvente de motorista de plató, de tenista del runrún, o la trifulca. Eso, y que tiene un hijo con Fonsi Nieto, y una boda del pasado con Feliciano López, dos capítulos, estos dos chicos ilustres, que no son asunto de poco calibre, porque le dan a Alba mucha inspiració­n de musa de sí misma.

Lo que le pasa a Alba es lo mismo que le pasa a demasiados poetas: le gusta hacer memoria. Y no se cansa. En su memoria, aún joven, hay famosos no de garrafón, según sabemos, con lo que ella ha hecho un podio en el Roland Garros del chisme, en la velocidad sin moto de los programas de culebrón de lo propio. En Alba se da la poeta, o poetisa, del patio de Jorge Javier, y también la musa que se va a hacer biografía propia a la isla de «Supervivie­ntes», que es como irse de máster a Oxford, pero de otra manera, y tirando directo a Honduras. A veces, la aventura incluye a la madre.

ATirar de los recuerdos

A uno, cronista de hermosas, cuando toca, le gusta Alba Carrillo, porque a menudo responde antes de que le pregunten, y porque da fina y dorada en los selfies de cuerpo entero. De Alba, si nos fijamos, no hay demasiado que decir, salvo que ella siempre tiene que decirnos mucho. Ya digo que tira mucho de recuerdo, como los poetas alegres, y enseguida le sale un jaleo con Fonsi Nieto, un desaire de Feliciano López, o bien una melancolía porque se le acabó lo que se le acabó con el último novio, David Vallespín.

Alba siempre tiene algo que contar, porque es una muchacha inquieta, y siempre tiene un novio pendiente, porque parece que con los novios propiament­e dichos, y en curso, la cosa se remata con fracaso. Lo último ha sido pedirle cita a Albert Rivera, mirando directamen­te a cámara, porque Albert acaba de reingresar en la soltería, y Alba se intuye capaz de consuelo. El remate a la propuesta es soberbio, y la avala de primera raqueta del endecasíla­bo sin Carrillo, a su llegada a los Juzgados de Pozuelo de Alarcón (Madrid), en noviembre endecasíla­bo de plató: «Y es Escorpio, que son súpersexua­les». Alba es de esas famosas, ya casi en extinción, que hacen literatura, sólo que sin saberlo. Igual tuercen la sintaxis, y dejan sin concordanc­ia el singular con el plural, pero dan de pronto con el gran hallazgo de tropiezo, que es tan válido, o más, que el hallazgo de voluntad, porque la errata es un logro, según la máxima de André Breton, al que Alba acaso no ha leído, y ni falta que le hace. ALBERT RIVERA

Sin complejos

Alba, hace ya casi quince años, se subió a un concurso de monadas, y así todo seguido hasta hoy, cuando ya ha cubierto un carrerón de televisiva que expone sin complejos su estado civil, unas veces con cabreo de divorciada, otras con entusiasmo de soltería. Es la novia del imprevisto, una tertuliana de sí misma.

Alba le ha pedido, desde el plató, una cita al presidente de Cs

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