EL VIRUS DEL CLERICALISMO
En la relación entre Iglesia y sociedad vivimos atenazados por la pinza del anticlericalismo de unos y del clericalismo de otros
No son pocas las tareas que el Papa Francisco ha señalado como prioritarias en la agenda de la Iglesia para este año. Una de ellas, la forma común de abordar la pederastia, los abusos de poder y sexuales. Otra, la reforma de la Curia. A estas dos quizá se pueda sumar una que está en el trasfondo de ambas, el clericalismo. Enla relación entre Iglesia y sociedad en España vivimos atenazados por la pinza del anticlericalismo de unos y del clericalismo de otros. Por utilizar categorías comunes, hay anticlericales de izquierdas y también en las nuevas derechas. Y existe ahora una nueva moda de clericales de izquierda, seguidores interesados de un clero que convierte el cristianismo en un conjunto de frivolidades éticas destinadas a rellenar el vaciado contenido de la mutación ideológica.
En reiteradas ocasiones el Papa Francisco se ha referido al virus del clericalismo. En la «Carta al Pueblo de Dios», del pasado 20 de agosto, alertaba sobre una manera desviada de concebir al clero, una tendencia a conferirle superioridad moral en ámbitos que no son de su competencia. La raíz más profunda del clericalismo es la incomprensión ante el valor de la libertad y el miedo a sus consecuencias, tal y como nos ha recordado en un reciente artículo el teólogo Ángel Rodríguez Luño. Clericales pueden ser cardenales, obispos, sacerdotes y laicos. El clericalismo es, según el diccionario de la Academia, la «excesiva intervención del clero en la vida de la Iglesia, que impide el ejercicio de los derechos a los demás miembros del Pueblo de Dios». Y también, «la marcada afección y sumisión al clero y a sus directrices».
El clericalismo está en la base de no pocos personalismos. El Papa Francisco lo ha dejado claro: «Los laicos no son nuestros peones, ni nuestros empleados. No tienen que repetir como “loros” lo que le decimos». Y «los laicos son parte del Santo Pueblo fiel de Dios y, por lo tanto, los protagonistas de la Iglesia y del mundo; a los que nosotros estamos llamados a servir y no de los cuales tenemos que servirnos».
La denunciante matiza su versión inicial
El relato de los hechos sobre la muerte de dos pacientes que el pasado 2 de enero acudieron al servicio de Urgencias del Complexo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS) se corrige. La delegada sindical de O’Mega, autora de las denuncias formalizadas el pasado viernes ante la Fiscalía, Fátima Nercellas, matizó ayer la versión que trascendió tras su intervención en el foro sobre recortes en sanidad organizado por las fuerzas de la oposición en el Parlamento gallego. Nercellas precisa ahora que las dos muertes no se produjeron en los pasillos y que los fallecidos estaban recibiendo atención en su momento final.
«No dieron su último latido en los pasillos, pero sí agonizaron en los pasillos y empezaron su muerte en ellos», insiste en cualquier caso Nercellas, incluyendo, sin embargo, un matiz acorde con la posición inicial del hospital. «Podemos asegurar al 100%, tajantemente, que no hubo ningún fallecimiento en los pasillos de ningún paciente en espera de recibir atención», apuntaba el director de Procesos Asistenciales, Alfonso Varela, el viernes en declaraciones a ABC. Varela aguardaba una comunicación de la Fiscalía que permitiese al centro identificar sin margen de error los casos concretos a los que se refiere la denuncia.
«Lo que se dijo por parte de esta persona [en referencia a la delegada sindical que interpuso la denuncia] es mentira», abundó ayer por la mañana el consejero de Sanidad de la Xunta, Jesús Vázquez Almuíña, desde un acto del PP gallego en Santiago.