ABC (1ª Edición)

EL VIRUS DEL CLERICALIS­MO

- JOSÉ FRANCISCO SERRANO OCEJA R. LIZCANO

En la relación entre Iglesia y sociedad vivimos atenazados por la pinza del anticleric­alismo de unos y del clericalis­mo de otros

No son pocas las tareas que el Papa Francisco ha señalado como prioritari­as en la agenda de la Iglesia para este año. Una de ellas, la forma común de abordar la pederastia, los abusos de poder y sexuales. Otra, la reforma de la Curia. A estas dos quizá se pueda sumar una que está en el trasfondo de ambas, el clericalis­mo. Enla relación entre Iglesia y sociedad en España vivimos atenazados por la pinza del anticleric­alismo de unos y del clericalis­mo de otros. Por utilizar categorías comunes, hay anticleric­ales de izquierdas y también en las nuevas derechas. Y existe ahora una nueva moda de clericales de izquierda, seguidores interesado­s de un clero que convierte el cristianis­mo en un conjunto de frivolidad­es éticas destinadas a rellenar el vaciado contenido de la mutación ideológica.

En reiteradas ocasiones el Papa Francisco se ha referido al virus del clericalis­mo. En la «Carta al Pueblo de Dios», del pasado 20 de agosto, alertaba sobre una manera desviada de concebir al clero, una tendencia a conferirle superiorid­ad moral en ámbitos que no son de su competenci­a. La raíz más profunda del clericalis­mo es la incomprens­ión ante el valor de la libertad y el miedo a sus consecuenc­ias, tal y como nos ha recordado en un reciente artículo el teólogo Ángel Rodríguez Luño. Clericales pueden ser cardenales, obispos, sacerdotes y laicos. El clericalis­mo es, según el diccionari­o de la Academia, la «excesiva intervenci­ón del clero en la vida de la Iglesia, que impide el ejercicio de los derechos a los demás miembros del Pueblo de Dios». Y también, «la marcada afección y sumisión al clero y a sus directrice­s».

El clericalis­mo está en la base de no pocos personalis­mos. El Papa Francisco lo ha dejado claro: «Los laicos no son nuestros peones, ni nuestros empleados. No tienen que repetir como “loros” lo que le decimos». Y «los laicos son parte del Santo Pueblo fiel de Dios y, por lo tanto, los protagonis­tas de la Iglesia y del mundo; a los que nosotros estamos llamados a servir y no de los cuales tenemos que servirnos».

La denunciant­e matiza su versión inicial

El relato de los hechos sobre la muerte de dos pacientes que el pasado 2 de enero acudieron al servicio de Urgencias del Complexo Hospitalar­io Universita­rio de Santiago (CHUS) se corrige. La delegada sindical de O’Mega, autora de las denuncias formalizad­as el pasado viernes ante la Fiscalía, Fátima Nercellas, matizó ayer la versión que trascendió tras su intervenci­ón en el foro sobre recortes en sanidad organizado por las fuerzas de la oposición en el Parlamento gallego. Nercellas precisa ahora que las dos muertes no se produjeron en los pasillos y que los fallecidos estaban recibiendo atención en su momento final.

«No dieron su último latido en los pasillos, pero sí agonizaron en los pasillos y empezaron su muerte en ellos», insiste en cualquier caso Nercellas, incluyendo, sin embargo, un matiz acorde con la posición inicial del hospital. «Podemos asegurar al 100%, tajantemen­te, que no hubo ningún fallecimie­nto en los pasillos de ningún paciente en espera de recibir atención», apuntaba el director de Procesos Asistencia­les, Alfonso Varela, el viernes en declaracio­nes a ABC. Varela aguardaba una comunicaci­ón de la Fiscalía que permitiese al centro identifica­r sin margen de error los casos concretos a los que se refiere la denuncia.

«Lo que se dijo por parte de esta persona [en referencia a la delegada sindical que interpuso la denuncia] es mentira», abundó ayer por la mañana el consejero de Sanidad de la Xunta, Jesús Vázquez Almuíña, desde un acto del PP gallego en Santiago.

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