ABC (1ª Edición)

«La cara está perfecta»

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A Martínez Álava le consuela que el rostro aniñado del San Jorge se haya recuperado en buen estado Navarra. Bajo la dirección de la restaurado­ra Alicia Ancho, estas especialis­tas han empleado una formulació­n especial denominada gel de Wolbers, con hisopo de algodón y el apoyo puntual de bisturí para tratar a este insigne paciente. Así han conseguido limpiar la figura, menos esas heridas rojas que aún parecen sangrar. «Espero que lo logremos, pero es complicado. Hemos realizado muchas pruebas y hasta el momento no hemos encontrado un material que elimine el tinte sin afectar a los materiales históricos», explica Ancho con preocupaci­ón.

Aunque aún están valorando el porcentaje de policromía­s históricas que se han perdido, estiman que es muy elevado. «Por encima del 60%», según Ancho. Además de las perdidas, hay muchas dañadas. «Está afectada toda la superficie que conserva policromía del siglo XVIII, ya que la pintura acrílica se ha filtrado entre las craqueladu­ras y es imposible retirar todos los restos sin afectar al estrato histórico», explica la restaurado­ra mientras subraya que esa capa del XVIII «ha protegido a la inferior medieval, al funcionar como barrera». Por eso creen que la policromía original que aún se conserva bajo la barroca se encuentra en buenas condicione­s.

«Un desastre contenido»

Para Martínez Álava, «ha sido un desastre» cuyo coste de limpieza y restauraci­ón se elevará hasta los 30.000 euros, que pagará la parroquia de San Miguel, pero «un desastre contenido» porque «no se ha perdido todo». Solo se ha visto afectada la capa de policromía y sobre todo, subraya este historiado­r del arte, «no se ha perdido nada de informació­n científica, eso lo conservamo­s igual».

La restauraci­ón de la escultura ha desvelado algunos detalles interesant­es que se desconocía­n sobre esta pieza que realizó probableme­nte el maestro Tarín o Terín hacia el año 1500 en estilo gótico hispanofla­menco. De gran tamaño (200 por 150 centímetro­s) y unos 250 kilos de peso, está formada por siete piezas de madera de nogal ensamblada­s. «Se nota que no fue un momento de la Historia del Arte en Navarra muy boyante, porque no la hicieron de piedra y porque no utilizaron piezas de mayor tamaño», comenta Martínez Álava mientras muestra los grandes clavos que unen las distintas partes de la talla. En su recorrido repara en un profundo hueco en el dragón. «Puede ser de la pieza original. Es un detalle bastante raro porque está muy a la vista como para que fuera un lugar donde esconder algo, pero también como para que hubieran dejado así el agujero». El San Jorge de Estella «cuenta con una larga historia», prosigue el director de Patrimonio mientras indica qué pinturas son del siglo XVI y cuáles pertenecen a la restauraci­ón del XVIII, muestra los enganches de su espalda que lo sujetaban a un retablo o enseña en la piel del dragón los

El debate actual Ahora hay que decidir si se consolida lo conservado y se deja tal cual o se reintegran las policromía­s

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