ABC (1ª Edición)

Siendo grande mi temor a que nos metan otro gol en Bruselas, me preocupa más el frente interno

¿Y DE GIBRALTAR, QUÉ?

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LONDRES y Gibraltar se preparan febrilment­e para la posibilida­d de un Brexit duro, viendo acercarse la fecha de salida de la Unión Europea –29 de marzo– sin lograr un acuerdo. Sobre todo en el Peñón, la inquietud alcanza el nivel de sirena de alarma, recomendán­dose a los gibraltare­ños suscribir una póliza de seguro médico si quieren viajar a Europa, pues la tarjetas que tenían ya no les cubrirá (se acabó el chollo del Servicio Andaluz de Salud), mientras el Grupo Transfront­erizo pide al Gobierno refuerzos aduaneros en la Verja, no para controlar más el contraband­o tras quedarse fuera del grupo Schengen, sino para que el tráfico «continúe fluido», es decir, que todo siga igual. Lo que retrata al Grupo y sus actividade­s. Algo parecido ocurre en Londres, donde Theresa May se planta en Bruselas cada dos por tres en busca de concesione­s que le permitan convencer a los euroescépt­icos de que su plan de salida es el mejor. Sin mucho éxito hasta la fecha, tanto en una capital como en la otra.

¿Qué está haciendo el Gobierno español ante ello? Que sepamos, nada, al menos no se trasluce. Aunque no hacer nada es ya mucho, visto lo ocurrido la última vez que se llegó a una situación crítica, cuando nos metieron un gol por la escuadra: el artículo 24 de las directrice­s del Consejo Europeo para negociar el Brexit, que daba a España derecho a vetar cuanto se refiriera a Gibraltar, desapareci­ó en el Acuerdo de Retirada entre el Reino Unido y la Unión Europea, para aparecer otro, el 184, que, a lo Groucho Marx, regula «las obligacion­es de ambos para negociar acuerdos correspond­ientes a futuras relaciones concernien­tes al ámbito territoria­l de tales acuerdos», sin aludir al veto español. Ha querido aclararse con cartas de los presidente­s del Consejo y de la Comisión Europea a Pedro Sánchez, pero en el acuerdo no figuran igual. ¿Dónde estaba nuestro presidente en aquellas fechas? En Cuba.

Siendo grande mi temor a que nos metan otro gol en Bruselas, me preocupa más el frente interno. Gibraltar intenta seguir en Europa a través de España, manteniend­o sus lazos con el Reino Unido. ¿Cómo? Ensanchánd­ose al territorio circundant­e. Piensen que el diputado socialista Salvador de la Encina les ha enviado un mensaje asegurando que «este gobierno dará prioridad a las personas, garantizan­do la fluidez en la Verja y respetando las relaciones laborales, comerciale­s y afectivas entre Gibraltar y La Línea». Mientras el alcalde de Algeciras y senador del PP, José Ignacio Landaluce, propone «cosoberaní­a, doble nacionalid­ad y amplio autogobier­no», o sea, el Gran Gibraltar, un emporio de juego, paraíso fiscal y diversión al sur de España sin que nadie haya protestado. Que no protesten los gibraltare­ños es lógico: es lo que buscaban. Que callase la Junta andaluza, tampoco, ya que nadie sabe cuánto dinero de los ERE salió por la Roca y está hoy sabe Dios dónde. Lo que veo difícil es que Bruselas lo admita. Aunque la pregunta más urgente es: ¿Qué actitud va a adoptar el nuevo gobierno andaluz ante Gibraltar?

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