«No me identifico con Vox, sino con el PP y los valores que representa»
CANDIDATO DEL PP A LA ALCALDÍA DE MADRID ∑ El portavoz popular del Ayuntamiento tiene el objetivo de desbancar a Carmena de Cibeles y demostrar a los votantes perdidos que pueden confiar en él y en la regeneración del partido
Pablo Casado consideraba que a José Luis Martínez-Almeida (Madrid, 1975), este desconocido para el público, sólo le faltaba el impulso de reservarle la gran plaza de la capital de España para que su popularidad comenzara a dispararse. En el Palacio de Cibeles, el que fuera «número tres» en la lista de Esperanza Aguirre, tiene el trabajo hecho como líder de la oposición, marcando el paso a Ciudadanos, y derrotando –también desquiciando– a sus rivales en los debates de la Cámara madrileña.
Cuando este abogado del Estado cogió las riendas del grupo municipal en abril de 2017 tras la salida de su mentora, Aguirre, puso contra las cuerdas al Gobierno de Manuela Carmena, emprendiendo acciones judiciales por malversación y prevaricación (Open de Tenis, Bicimad), casos aún no resueltos en los tribunales. Su identidad es la apuesta por la regeneración del PP. Asegura que su nombre no se verá relacionado con la corrupción.
Por primera vez en su vida, abre las puertas a la prensa de su espacio más íntimo, su domicilio. Lo hace como candidato oficial para que los populares reconquisten el Palacio de Cibeles. Vive en un sencillo ático de una habitación que compró a su familia en el distrito madrileño de Tetuán, cerca del Santiago Bernabéu, en una calle a la que Carmena le cambió el nombre en 2017 para cumplir con la Ley de Memoria Histórica. Allí, en su sofá, a través del móvil, el presidente del PP nacional le comunicó el viernes: «Vas a ser el próximo alcalde de Madrid». —¿Cómo fueron los minutos previos a transmitirle que era el elegido? —Han sido días intensos. Uno trata de aislarse de los rumores y de seguir centrado en su trabajo, que es lo que he hecho a lo largo de todos estos meses de incertidumbre. Cuando el presidente nacional del partido llama y te dice ‘‘vas a ser el próximo alcalde de Madrid’’, pues obviamente lo que yo le respondí fue que era un honor, una responsabilidad y que iba a estar a la altura de ese reto.
—¿Había perdido la esperanza después de tantos meses de espera? —No, no. Al final la cuestión estaba más en la ansiedad de saber que la decisión se iba a tomar, que en pensar que ya no tenía nada que hacer. —¿Le dijeron quién era su compañera de tique?
—Me enteré por la prensa cuando estaba yendo hacia Génova. —¿Algunos medios le califican, junto a Díaz Ayuso, como el ‘‘ala dura’’ del PP ¿Es adecuada esta descripción?
—No. Creo que somos el perfil que mejor representa en estos momentos los principios y valores que se defienden en el PP de Madrid y de Pablo Casado. —¿Cree que con esta definición tratan de ligarles a Vox?
—Yo no me identifico con Vox, sino con el PP y los valores que representa. Si quieren pueden encasillarnos, pero eso responde a un interés particular de vender una imagen irreal. Isabel [Díaz Ayuso, candidata a la presidencia de la Comunidad de Madrid] y yo no hemos sido elegidos por ser cercanos a Vox ni por poder entendernos con ese partido, sino porque personificamos los valores y principios que quiere proyectar el PP en Madrid, en la ciudad y en la Comunidad. —¿Comulga con los principios de Vox? —No comulgo con Vox en el modelo de organización territorial. No es válido. En segundo lugar, el discurso en materia de inmigración ilegal es exagerado. La inmigración tiene que ser legal, ordenada y vinculada a un contrato de trabajo, pero en cierta manera está agitando un fantasma de miedo como reclamo para la inmigración ilegal. Ya no es que esté generando un ambiente contra los ilegales, es que lo va a acabar provocando contra los legales. La mejor prueba de la seriedad de Vox en materia de inmigración es lo que asegura en su programa: va a crear un muro infranqueable en Ceuta y Melilla. No hay muro infranqueable. ¿Y en el mar? ¿Lo van a crear en el Estrecho para que no lleguen las pateras? Tampoco comparto en absoluto su postura respecto a la Unión Europea.