Un juzgado de Barcelona, tras un socio del exjefe de campaña Manafort
Paul Manafort, jefe de campaña de Donald Trump en 2016, comenzó a trabajar a favor de candidatos prorrusos en Ucrania en 2005. Aquella aventura política le propició lucrativos contactos en el mundo de los negocios. Uno de ellos es Dimitrio Firtash, un empresario e inversor ucraniano que fue detenido en 2014 en Austria y por cuya extradición compitieron EE.UU. y España. La fiscalía de Chicago acusa a Firtash de pagar 20 millones en sobornos a funcionarios a cambio de licencias mineras en India. El juzgado de instrucción 21 de Barcelona le requería para juzgarle por su supuesta participación en una organización criminal –la Solomonskaya, liderada por Semion Mogilevich, buscado por el FBI– y por blanquear diez millones de euros a través de testaferros. de EE.UU. y España es mucho mayor de lo que parece en este caso. El fiscal José Grida, que investiga en España la actividad de las mafias rusas, ha puesto en manos del FBI –y por tanto del fiscal Mueller– la transcripción de conversaciones entre Alexander Torshin, un político y banquero ruso cercano a Vladímir Putin, y Alexander Romanov, un criminal condenado por lavado de dinero. «Esas grabaciones fueron entregadas al FBI», confirmó Grida en una conferencia en Washington en mayo. «El hijo de Donald Trump tiene motivos para preocuparse».
«Conexión Butina»
De hecho, Donald Trump junior se llegó a ver con Torshin en mayo de 2016 durante una reunión de la Asociación Nacional del Rifle en Kentucky. Todo apunta a que el fiscal Grida le entregó al FBI un resumen de aquella conversación, rememorado después por el propio Torshin. Con Torshin, por cierto, estaba en Kentucky Maria Butina, una agente rusa que se ha declarado culpable de espionaje y que se enfrenta a una condena máxima de cinco años.
Las pruebas que busca de coordinación entre la campaña de Donald Trump y Rusia las puede haber encontrado el fiscal Mueller en España y gracias a la colaboración de un fiscal español.