De lo que no cabe duda es que la psicopatía de este asesino guardaba relación con su infancia
Según confesó su mujer, Gacy era incapaz de mantener relaciones sexuales con ella y buscaba contactos con otros hombres desde los primeros meses de su matrimonio, que duró cuatro años. Marlynn se divorció después de finalizar un juicio que declaró culpable a su marido de abusos sexuales a menores. Fue sentenciado a 10 años de cárcel, pero no los cumplió por su buen comportamiento. Gacy se volvió a casar en Chicago y tuvo dos hijos. Se rehabilitó de forma aparente e ingresó en el Partido Demócrata. Con sus dotes teatrales, se ofrecía voluntario para actuar como payaso en las fiestas de sus amigos y de su formación política. Hay una foto que le muestra con Rosalynn Carter, la mujer del presidente, que le firmó una cariñosa dedicatoria.
En 1978 fue investigado por la desaparición de un adolescente. La Policía no se creyó sus confusas declaraciones y comenzó a sospechar que era el autor de dos asesinatos. Tras un testimonio incriminatorio, Gacy finalmente reconoció que había asesinado y abusado de 33 hombres, en su gran mayoría muy jóvenes, e indicó al fiscal dónde los había enterrado. Su confesión no le sirvió para salvar la vida.
«Ralph rompe Internet» es una película sobre el espíritu de superación, la grandeza del capitalismo y el heroísmo femenino de corte thatcheriano. Es otra joya de Disney para recordarnos el valor de la amistad, que la libertad es un deber y que el resentimiento jamás va a poder con el gran vigor del mundo.
Ralph, emocional y bruto, la emprende contra Internet –como los luditas de otro tiempo– porque es incapaz de adaptarse y porque tiene miedo. Su afecto por su pequeña amiga es tan intenso como poco elaborado y en nombre de su amor casi la mata.
Vanéllope es inteligente, sabe adaptarse y crecer. No busca excusas. No se queja. Sabe cómo aprovechar su fuerza y cómo disimular sus defectos. Es chica y femenina pero su vida no se centra en ello, sino en su esperanza y en su talento. No se siente intimidada por la fuerza masculina sino que más bien se comporta como una verdadera mujer para que el hombre haga exactamente lo que ella quiere y aún parezca que salga de él.
Ralph es una película exigente, inteligente. Se burla de la izquierda con una mala leche que no veíamos desde las hienas de El Rey León y recupera a todas sus princesas para ofrecer de ellas una visión más profunda y sonriente. Ralph es una película favorable al métier de cada cual como su destino, como su misión; a la tecnología como una oportunidad para todos y a las buenas maneras como el imprescindible pacto civilizatorio.
Ralph es una poderosa alegoría de cómo el capitalismo y la libertad son invencibles cuando van de la mano y no se hacen trampas. Entre el amor y la piedad, la crisis y la evolución, y el mercado como revulsivo para hacernos mejores y más libres, Disney dibuja una geografía moral para el siglo XXI y advierte de lo inútil que es tratar de romper lo que no entendemos y de cómo el miedo genera odio y el odio nos convierte en monstruos que luego es tarde cuando nos damos cuenta y nos queremos calmar.
Tanta, tanta rabia acomplejada desmentida en Ralph. Tanta miseria, tanta inseguridad. Seguimos siendo los mejores y os vamos a ganar.