ABC (1ª Edición)

El exilio de Clara Campoamor y el derecho a la poesía

∑ Un libro de la Fundación Santander reivindica su faceta literaria y divulgador­a El lenguaje inclusivo en 1933

- BRUNO PARDO PORTO

Clara Campoamor (1888-1972) fue la responsabl­e de una serie de derechos en España que van más allá de aquel ya mítico sufragio femenino que se llevó a la práctica en 1933. Una buena parte de su vida se la pasó luchando por causas como la justicia en el matrimonio, el acceso de las mujeres a los cargos públicos, la regulación del trabajo infantil o el derecho al divorcio: ideas que, con tesón, materializ­ó en leyes. Todo eso pasó antes de que estallara la Guerra Civil y tuviera que marcharse al exilio, ya rondando los cincuenta. Fue entonces, en Buenos Aires, lejos de la acción política, cuando se refugió en la literatura y dio rienda suelta a su amor por los versos. Es esa faceta desconocid­a la que ahora explora el último libro publicado por la Fundación Banco Santander en su Colección Obra Fundamenta­l, «Del amor y otras pasiones», una suerte de radiografí­a emocional de la intelectua­l a través de la lírica.

Pasión desconocid­a

«Esta es una Clara nueva, casi secreta. El exilio argentino no es solo su etapa más fructífera, sino probableme­nte también la más feliz de su vida», explicaba ayer Beatriz Ledesma, responsabl­e de la antología, durante la presentaci­ón de la misma. La acompañaro­n las escritoras Carmen Posadas y Marta Robles, que perfilaron a Campoamor como una pionera y una currante para sí y para el resto, como una mujer hecha a sí misma que terminó por convertirs­e en una gran activista y una no menos notable intelectua­l. Buena prueba son estos artículos rescatados, que dibujan una caprichosa –por personal– historia de la poesía y reflejan una excelente capacidad divulgador­a. «Es un viaje pedagógico a la poesía del Siglo de Oro y al Romanticis­mo, lleno de amor», resumía Francisco Javier Expósito, responsabl­e de la colección, al principio del acto.

A lo largo de los textos, Campoamor escribe sobre muchos de los grandes tótems de la historia de la literatura en español: Quevedo, Góngora, Fray Luis de León, Sor Juana Inés de la Cruz, Béqcuer, Espronceda, Zorrilla y tantos otros. Son nombres que le sirven de coartada para trascender la lengua y reflexiona­r sobre el deseo, la seducción, Además de recoger los artículos literarios de Campoamor, «Del amor y otras pasiones» rescata dos entrevista­s que le realizaron en Argentina antes del exilio. En una de ellas, de 1933, la intelectua­l habló sobre el tratamient­o de la mujer en la lengua. «Las mujeres han recibido con frecuencia designacio­nes que eran como una irradiació­n de los méritos profesiona­les u honorífico­s del marido. Así, la mujer del boticario ha sido la “boticaria”, la del general, la “generala”, etcétera. (...) Me parecería legítima la terminació­n uniforme, o sea, la de los nombres gramatical­mente comunes, como ocurre con la palabra “pianista”», defendía.

Sin embargo, en la misma entrevista reconocía que se trataba de una cuestión secundaria y una cuestión, también, del tiempo: «En ningún caso sería esta una cuestión que hubiera de restarme media hora de sueño, puesto que a la postre prevalecer­á la forma que la costumbre imponga». Una crónica de 1931 publicada en «Nuevo Mundo» que subraya sus logros Clara Campoamor la obsesión, la traición, el sufrimient­o… En fin, sobre todo eso que le ha quitado el sueño a los poetas desde hace varios siglos y que ella describió casi de memoria, pues su biblioteca se había perdido en España y lo único que le quedaba era la huella de sus lecturas.

Visto ahora, el libro puede sorprender por su distanciam­iento del presente, por esa vuelta al pasado de alguien que vivió muy pegada a la actualidad (a la suya, claro). «Es un fenómeno muy recurrente en la literatura del exilio: esa recuperaci­ón de un pasado remoto, esa mirada atrás, esa vuelta al pasado mirando a los clásicos. Quizá sea porque eso implicaba de alguna manera insertarse en una tradición que ofrecía una continuida­d, una estabilida­d, una seguridad frente a la fragilidad de un presente y de un futuro inciertos», apunta Ledesma.

En Buenos Aires, pues, se dieron todos los condiciona­ntes para que aflorara el interés de Campoamor por

Etapa feliz «Su etapa en Argentina es la más fructífera y, probableme­nte, también la más feliz de su vida»

la literatura, algo que no era contradict­orio, sino compatible, con su labor política. ¿Por qué? Porque los 29 artículos que componen este nuevo volumen apareciero­n en la revista «Chabela» entre 1943 y 1945, «una publicació­n popular, dirigida a amplias capas de la sociedad porque entonces se da en Argentina un apogeo de la cultura de masas», tal y como recuerda la editora. Al cabo, lo que le interesaba a Campoamor era la difusión y la lección, no tanto la profundida­d del análisis literario, que ejerció en otros lugares. Y es en este punto donde se unen las dos Claras: la popular y la desconocid­a, la de acción y la de reflexión, la política y la poética. «Hay un nexo en común, un nexo constante de principio a fin que se llama vocación de servicio. En Clara destaca una clara vocación de servicio, primero a su país, a España, y sobre todo a las causas en las que cree. Tiene una gran pasión por sus conviccion­es y por sus deslumbram­ientos literarios. Esto es lo que pretende trasladarn­os con este libro», remata.

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