«La favorita» Duelo de estrellas en la corte de los Estuardo
Ine Emma Stone y Rachel Weisz pugnan por ser la favorita de la reina, a la que da vida Olivia Colman Un extraterrestre en Hollywood
e estrena una de las películas del año, «La favorita», una aproximación casi «punk» a las relaciones de poder en el trono de Inglaterra que ha enamorado a los críticos de Estados Unidos. Tras las cámaras está Yorgos Lanthimos, un verdadero provocador que ensaya nuevas piruetas, enfoques y perspectivas en cada plano del palacio de la reina Ana de Gran Bretaña. Un relato donde se narra la historia fabulada de la última monarca Estuardo entre 1702 y 1714. Lo de menos, en realidad, es lo que pasa fuera de palacio, donde la guerra hace estragos en la vida de los soldados y en la moral del pueblo. Lo importante pasa en la alcoba, al lado de la reina, donde siempre esta Sarah Churchill (Rachel Weisz), su carismática amiga y confidente desde la infancia. La reina hizo todo lo posible para que Sarah y su marido, un héroe de la guerra de Blenheim, fueran nombrados duques de Marlborough. Así, Lady Sarah ascendió hasta convertirse en la encargada de las finanzas del trono.
Todo parecía fluir como la reina y Sarah querían: el duque liderando batallones en el frente y ellas dominando la corte a su antojo. Hasta que, como siempre suele pasar, todo estalla por donde menos lo esperan. En el palacio aparece Abigail (Emma Stone), una nueva sirvienta con un pasado traumático y un poco de sangre azul recorriendo sus venas. Arribista contumaz, pronto se hace consejera de Lady Sarah y, a partir de ahí, todo explota. Yorgos Lanthimos, tan radical con la cámara como turbio con el guion, encuentra en esa tensión el punto
SEs imposible pasar por una historia de Yorgos Lanthimos (Atenas, 1973) sin que te remueva hasta la última entraña. Para bien o para mal, su breve filmografía («Canino», «Alps», «Langosta», «El sacrificio de un ciervo sagrado») está compuesta por películas que se recuerdan con alborozo o puro rechazo. Lo único que no provoca es indiferencia. Algo que este «enfant terrible», el último autor europeo en saltar de los festivales a los premios «mainstream» americanos, no conoce. Un éxito, de serlo, que ha logrado gracias a su película más accesible y canónica, «La favorita», que para cualquier otro cineasta significaría su obra más radical y arriesgada.
El viaje a la corte de la última reina Estuardo a través de grandes angulares y ojos de pez, con imaginería a lo Barry Lyndon de Kubrick, poco tiene que ver con la sádica familia ateniense con la que se descubrió al mundo en «Canino». En su debut había algo de sadismo velado y mucho Y. LANTHIMOS clave de «La favorita». «La acción se centra en los juegos femeninos de poder de estas tres mujeres», explica a ABC el cineasta. Tres mujeres entre las que fabula algo más que una amistad. «Entre ambas había algo indudablemente romántico. Lo de crueldad interior, donde un matrimonio de clase alta obligaba a sus hijos a vivir sin salir de los límites de su propia finca. Lo que ocurría en esa casa es tan inenarrable como el proceso que hubo de tener Lanthimos para escribir y rodar «Langosta», su tercer título, en el que se animaron a participar nombres como Colin Farrell, Rachel Weisz o Léa Seydoux. Una distopía surrealista donde los solteros son encarcelados y convertidos en animales si no encuentran pareja. Entre medias rodó «Alps», otra metáfora, por llamarlo de alguna manera, de la sociedad, aunque más leve.
En «El sacrificio de un ciervo sagrado» cambió la pose y miró al pasado, a Eurípides y al mito de Agamenón, en la que fue su primera película lejos de Grecia y a la que de nuevo se sumaron nombres consagrados en Hollywood como Nicole Kidman y Colin Farrell.
Cuatro películas después, Lanthimos ha rebajado la intensidad en el fondo del mensaje y se ha radicalizado en la forma. Pero siempre tan diferente como único.