ABC (1ª Edición)

∑ Entendía la política como instrument­o de transforma­ción social y para construir espacios de igualdad

Honor a un guerrero

- Vicente Álvarez Areces JOSÉ MANUEL SARIEGO

Eso era Tini Areces: un guerrero. El político que no se rendía ante las adversidad­es, que nunca daba la batalla por perdida, aunque la villa de Gijón, cuya Alcaldía asumió en 1987, languideci­era a ojos vistas aquejada de feroces reconversi­ones industrial­es.

El nuevo alcalde embridó las crisis, apagó los fuegos de las barricadas y construyó un proyecto de ciudad que ilusionó a la mayoría del vecindario y la transformó radicalmen­te: si apenas disponía de centros de enseñanza superior –solo migajas cedidas por el centralism­o ovetense–, conformó un auténtico campus universita­rio y colocó al lado un parque tecnológic­o, el primero de índole municipal, que se ha convertido en motor de desarrollo; si el urbanismo de Gijón formaba parte de las malas prácticas y se enseñaba en las escuelas de arquitectu­ra como modelo a evitar, el nuevo alcalde diseñó una ciudad ordenada y amable, dotando a los barrios más depauperad­os de los mismos servicios con que contaban los territorio­s de los más pudientes: escuelas, institutos, centros de salud, equipamien­tos deportivos... si la fachada litoral aparecía degradada, añadió a su principal bahía, la de San Lorenzo, dos playas más y un puerto deportivo; si Gijón carecía de historia porque, por no tener, no tenía restos visibles del pasado romano y prerromano, mandó excavar murallas enterradas y la ciudad rebuscó en su pasado una memoria florecient­e que se le había escatimado; si la falta de empleo acuciaba

nació el 4 de agosto de 1943 en Gijón, donde ha muerto el 17 de enero de 2019. Fue alcalde de esa localidad entre 1987 y 1999, año en que se convirtió en presidente del Principado de Asturias, cargo que ejerció hasta 2011. Fue después portavoz del PSOE en el Senado hasta 2017, manteniend­o su escaño hasta su fallecimie­nto. a un número importante de ciudadanos, ideó y pactó con sindicatos y empresario­s, mediante aportacion­es municipale­s, nacionales y europeas (no dejaba escapar ninguna oportunida­d de financiaci­ón), planes de empleo que fueron ejemplares, imitados por el municipali­smo español.

En fin, este nuevo alcalde provocó el orgullo de ciudad que Gijón necesitaba para resurgir, contagió a la ciudadanía de ese espíritu de lucha tan opuesto a la sensación de resignació­n que imperaba antes de su llegada a la Alcaldía.

Tres mandatos, 12 años le llevó dotar a la mayor ciudad de Asturias del impulso necesario para alcanzar esa revitaliza­ción que se ha descrito a trazo grueso. En 1999 ganó por mayoría absoluta las elecciones al Principado de Asturias. El objetivo era evidente: hacer en Asturias lo que había hecho en Gijón. A fe mía que lo consiguió, aunque, en esta necrológic­a de urgencia, no pueda detenerme en la glosa que merecen sus 12 años como presidente del Gobierno de Asturias.

Vicente Álvarez Areces entendía la política como instrument­o de transforma­ción social, como armamento imprescind­ible para la construcci­ón de espacios de igualdad. Y la ejerció, doy fe, como el guerrero más combativo y glorioso de nuestra tribu.

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