ABC (1ª Edición)

Va por ustedes

- JESÚS LILLO

No era Domingo de Resurrecci­ón, pero iba el AVE que sale a las nueve de Madrid como para llenar la Maestranza. Fueron a ver saludar desde los medios a Juanma Moreno, anunciado en los carteles como El Niño del Pacto, matador de la dinastía de Soraya, bien conocida por la afición por su toreo técnico y desapasion­ado, pero cuya flamante cuadrilla tira al tremendism­o, como la cabra al monte. Ovación en el primero y silencio en el segundo. La fiesta estaba en los tendidos. Qué de gente.

Prudente y aseado en su discurso de toma de posesión, emocionado en los brindis, en los que mezcló familia y profesión, linaje personal y político, Juanma Moreno estuvo generoso, sensato y constructi­vo, lo que no le impidió anunciar que «muchas cosas no van a ser como antes». Ahí se quedó corto. Casi nada debería ser como antes. Esa «Andalucía mejor» que prometió Moreno ha de ser, sobre todo, diferente. La gravedad del trauma político que provoca cualquier alternanci­a de partidos depende de la longitud del ciclo que termina y de las expectativ­as, crecientes según pasan los años y se acumula la ansiedad, de quienes lo hacen efectivo con sus votos. Es ahí donde Juanma Moreno pecó de prudente, virtud que adorna su carrera, pero que está contraindi­cada para el encargo que ha recibido de unos y otros, mezclados como en botica y cuadrilla. De la misma manera que aquel Alfonso Guerra que anunció que a la España que cogió por banda el PSOE en 1982 no la iba a conocer ni la madre que la parió, para eso lo votaron, la caseta de Andalucía de la que el socialismo Susana Díaz gesticula ante Soraya Sáenz de Santamaría

sale haciendo ochos tiene que ser desmontada por piezas, como cuando termina la feria; empezando por su estructura clientelar, nepotista y jaranera, y mejor con un tractor pala, con estrépito y polvareda, que con destornill­ador de Ikea. Se tiene que ver y notar en la escala Richter. Con eso basta para dejar una Andalucía mejor. En casos de adefesio urbanístic­o, hay escombrera­s que mejoran el paisaje, por purificado­ras.

No está la cosa para reformas. Hay que echarla abajo, sanear, en el idioma de los albañiles. Y ese «va por ustedes» gestual de Juanma Moreno –«ustedes vosotros» en andaluz conversaci­onal– no puede tener otro significad­o que un brindis contractua­l, dirigido a quienes desde hace mucho quieren esa Andalucía mejor. El tiempo que llevan esperando determina la agresivida­d de la intervenci­ón.

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AFP Juanma Moreno saluda tras tomar posesión del cargo de presidente de la Junta de Andalucía
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EFE
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