MANE, TECEL, FARES
SIEMPRE me ha sobrecogido la incapacidad de algunos hombres para interpretar los signos de los tiempos. Me recuerdan a Baltasar, aquel rey babilonio, hijo de Nabucodonosor, que un día, mientras banquetea en compañía de sus aduladores, contempla cómo una mano misteriosa escribe en el aire con letras de fuego: Mane, Tecel, Fares. Baltasar, incapaz de entender el significado de estas palabras, pregunta primero a los adivinos y astrólogos de su corte, que no le dicen más que paparruchas. Hasta que finalmente ordena venir al profeta Daniel, quien tras recriminar a Baltasar sus sacrilegios e idolatrías le explica el sentido de esas tres palabras misteriosas: «Lo que está escrito significa Contado, Pesado, Dividido. Contado, porque Dios ha contado los días de tu reinado y les ha señalado el final. Pesado, porque te ha pesado en la balanza y te falta peso. Dividido, porque tu reino ha sido dividido y entregado a medos y persas».
En la política española abundan los baltasares incapaces de entender el signo de los tiempos, incapaces de asumir que si desean escapar a la espiral fatídica del derrumbe tienen que abominar de ideas que han sido contadas, pesadas y divididas. Un ejemplo especialmente doloroso lo encarna Pablo Casado, que se afana por recuperar la confianza perdida de sus votantes... enarbolando estandartes fiambres o directamente dañinos. A la convención con la que pretende comandar el «rearme ideológico» del partido se ha llevado como