Bien, señor Ábalos
Hace unos días, el señor ministro de Fomento abroncaba a todos los extremeños porque nos quejamos del tren, a pesar de tener otros problemas. ¡Bien, señor Ábalos! Permítame que le felicite por reconocer, aunque su jefe no lo haya plasmado en los presupuestos que pretende aprobar, el hecho de que Extremadura sea la cenicienta de España en infraestructuras y en casi todo.
Bien, señor Ábalos, por recordarnos que las dos capitales de provincia de Extremadura sean las únicas de España que no están unidas por autovía. Bien, señor Ábalos, por hacernos ver que ir a Sevilla desde Badajoz es muy peligroso por tener 75 kilómetros de una carretera convencional en la que se ha matado mucha gente, o porque ir a Ciudad Real sea una aventura igual de peligrosa.
Bien, señor Ábalos, por «incitarnos» a mirar no muy bien a otra queridísima región de España más rica que la nuestra, en parte, por el esfuerzo de miles de extremeños que dejaron sus vidas trabajando y creando riqueza en ella. Región a la que su jefe ha dado millones para comprarles un voto a costa de otras regiones, incluida Extremadura.
Mire, señor Ábalos. Alfonso X el Sabio, Rey de Castilla dijo: «El mucho hablar faze envilecer las palabras». Aplíquese la receta, señor Ábalos.