ABC (1ª Edición)

Mata a su mujer, seduce a su abogada y la degüella tras sacarlo de la cárcel

∑Eludió la prisión de forma anticipada, quedó en libertad condiciona­l en enero de 2017. Ayer se suicidó en Teruel, a donde huyó tras su segundo crimen

- ROBERTO PÉREZ

En mayo de 2003 mató a su mujer y les arrebató la madre a sus tres hijos, menores de edad. Y ahora, apenas 16 años después, tras llevar dos en libertad condiciona­l y más de siete disfrutand­o de permisos penitencia­rios, ha asesinado a la que fue su abogada defensora. Por este segundo crimen no podrá ser juzgado, porque se ha quitado la vida antes de que pudieran encerrarlo de nuevo. Tras el crimen de 2003 se entregó y confesó, pero tras este segundo optó por salir huyendo. Se fue a Teruel, donde ayer se quitó la vida tirándose por un viaducto al cruzarse con una pareja de la Policía Local. En Zaragoza había dejado el cadáver degollado de su abogada, que también se había convertido en su amante. La delegada del Gobierno en Aragón, Carmen Sánchez, lo confirmó: no solo eran abogada y cliente, habían acabado entablando una relación sentimenta­l.

El verdugo, José Javier Salvador Calvo, tenía 50 años. La abogada, Rebeca Santamalia Cáncer, de 48, era madre de un hijo de 15 años. Su marido acudió a la Policía a las 21.00 horas del jueves para denunciar la desaparici­ón de su esposa, alarmado porque ni había vuelto a casa ni había forma de dar con ella. La Policía empezó las indagacion­es de inmediato y, al hablar con familiares de la abogada, se destapó que mantenía una relación con José Javier Salvador Calvo, a quien defendió como tras haber matado a tiros a su esposa en La Puebla de Híjar, en mayo de 2003.

La Policía acudió al piso de José Javier Salvador, una vivienda de la zaragozana calle Pradilla, en el barrio de San José. Llamaron insistente­mente, pero nadie abría la puerta. Tras localizar a una hermana del sospechoso, los

Excarcelad­o La pena de prisión llegaba hasta mayo de 2021, pero obtuvo el tercer grado en 2011, y en enero de 2017 la libertad condiciona­l

agentes accedieron a la vivienda y se toparon con el cuerpo sin vida de la abogada. Tenía una visible herida de arma blanca en el cuello. Eran en torno a las cuatro de la madrugada de ayer.

De inmediato, este asesinato pasó a ser considerad­o a efectos policiales como crimen por violencia de género. En cuanto se dispusiero­n a salir tras José Javier Salvador comprobaro­n que se había suicidado esa misma noche, a 180 kilómetros de distancia, en pleno casco urbano de Teruel. Las fuerzas de seguridad acababan de identifica­r a un hombre que había saltado del viaducto. No portaba documentac­ión, pero sí «una importante cantidad de dinero», según explicó la delegada del Gobierno en Aragón. En concreto, portaba las llaves de una furgoneta y 1.500 euros en efectivo. Identifica­ron el cuerpo por las huellas dactilares. Una patrulla de la Policía Local fue testigo del suicidio. Vieron a un hombre que caminaba por ese puente y, al sentirse observado, salió corriendo y se lanzó al vacío.

El crimen de 2003

La provincia de Teruel era la cuna de José Javier Salvador. En concreto, era de la localidad de La Puebla de Híjar. Allí vivía con su mujer y sus tres hijos cuando la mató a tiros, el 22 de mayo de 2003. Fue un crimen premeditad­o y cometido con frialdad: movido por unos celos letales, compró una escopeta, se fue a buscar a su esposa -Patricia Maurel, 29 años, la montó en el coche, se la llevó a un campo a las afueras de la localidad y le propinó once disparos. Nueve de ellos impactaron en el cuerpo de la joven. Su cadáver apareció rematado con dos tiros en la frente. Consumado el crimen, emprendió el camino de vuelta, se entregó y eligió a la abogada Rebeca Santamalia para que lo defendiera.

El juicio se celebró en 2005. Siendo asesino confeso, lo más a lo que podía aspirar la letrada era a conseguir para su cliente la menor pena posible. En la línea de defensa que diseñó, presentó el crimen como fruto de un arrebato del que José Javier Salvador se arrepentía. «Hoy soy un asesino, pero antes fui un padre que quería a mis hijos y a mi familia», proclamó en una de sus intervenci­ones durante la vista oral.

La Fiscalía pidió para él 20 años de cárcel; la acusación particular, 25. Al final, la abogada logró una condena de 18 años, con el objetivo de conseguir después beneficios penitencia­rios que acortaran el encarcelam­iento efectivo. Y lo logró. En la sentencia se reconoció en favor del asesino la atenuante de confesión.

Según confirmaro­n ayer fuentes judiciales, José Javier Salvador obtuvo el tercer grado en el año 2011, ocho años después de que asesinara a su mujer y

ANTONIO GARCÍA EL HERALDO

solo seis después de haber sido juzgado y condenado. Por entonces estaba en la prisión de Teruel y empezó a disfrutar de un régimen de semilibert­ad, con abundantes permisos carcelario­s. Después, en enero de 2017, tras varios recursos para hacer frente a los informes penitencia­rios en contra, la misma abogada consiguió que José Javier Salvador quedara en libertad condiciona­l. Entre 2010 y 2012, Rebeca Santamalia había sido coordinado­ra del Servicio de Orientació­n Penitencia­ria en la capital aragonesa.

La condena que se le impuso a José Javier Salvador por el crimen de 2003 se extendía hasta mediados del año 2021. Sin embargo, con más de cuatro años de antelación dijo adiós a su vida entre rejas: con la libertad condiciona­l,

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La abogada Rebeca Santamalia, durante la defensa del que después fue su amante y asesino

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