ABC (1ª Edición)

PABLO IBAR: JUSTICIA, PERO NO VENGANZA

-

AL margen de criterios éticos, suficiente­s para rechazarla, una de las razones por las que la pena de muerte ha ser excluida del ordenamien­to jurídico de las sociedades civilizada­s es precisamen­te porque los humanos podemos equivocarn­os: unos se equivocan en sus conductas y por ello deben ser sancionado­s, pero otros se pueden equivocar en sus apreciacio­nes, incluso ante hechos más que evidentes. El veredicto del jurado que ayer consideró culpable de asesinato a Pablo Ibar entra dentro de esa delgada línea que hay entre los hechos ciertos y la parte que consideram­os verdadera, verosímil o no. Se han celebrado cuatro juicios, de los que han resultado otras tantas apreciacio­nes contradict­orias. Si este último veredicto hubiera sido el contrario –no culpable–, al menos se le hubiera podido devolver la libertad. Sin embargo, en caso de una condena a muerte, una vez ejecutada la pena, el castigo resulta irreversib­le. En un caso rodeado de tantas dudas, y después de más de veinticuat­ro años en prisión, Ibar habría pagado su responsabi­lidad, por lo que valdría la pena empezar a considerar –como debiera hacerse también en España antes de liberar a un preso– si es una persona rehabilita­da o no, antes de cualquier otra considerac­ión.

La Justicia norteameri­cana, sin embargo, tiene un cierto ingredient­e de competitiv­idad. El gesto del fiscal Chuck Morton de abandonar expresamen­te su retiro para actuar en contra de Pablo Ibar revela ese factor batallador, en el que la estadístic­a de casos ganados pasa a veces por encima de cualquier otra cuestión. Ese pundonor es bueno en el deporte, pero puede tener a veces efectos indeseados en la vida social. Naturalmen­te, en este caso hubo víctimas y en su nombre también es razonable reclamar justicia. Justicia sí, pero no venganza.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain