EL RECUADRO
a Vox, me pregunto como aquel periodista madrileño ante el Betis-Sevilla:
—El PP está enseñando otra vez a Rajoy. Eso, ¿es bueno o es malo?
Para mí que es malo. Pésimo. Les va a recordar demasiadas cosas a los antiguos votantes del PP que se fueron a Ciudadanos o a Vox y que pensaban volver tras la eficaz labor de Pablo Casado y de Teodoro García Egea en las complicadas negociaciones para llevar a Moreno Bonilla a la Presidencia andaluza y echar al PSOE de la hegemonía de su Régimen. Cierto que Rajoy pechó con la peor crisis que vieron los siglos en España; que cuando estábamos a pique de un repique de la intervención, en plan griego, sacó nuestra economía adelante y puso las bases de la recuperación. Nadie le niega eso. Pero a muchos esta reaparición de Rajoy también les ha hecho pensar en su falta de resolución (por no decir otra cosa) para ejercer la mayoría y actuar ante los socialistas, los podemitas y, lo que es peor, los golpistas separatistas catalanes. Igual que Zapatero negaba la crisis cuando la teníamos encima, Rajoy mantenía que no había habido referéndum en Cataluña cuando los separatistas campaban a sus anchas y habían puesto todas las urnas que les dio la gana y una más. A muchos esta reaparición de Rajoy les ha hecho recordar cómo se desperdició, por cobardía, la aplicación del artículo 155 contra los golpistas separatistas. Y les ha recordado, sobre todo, que su presidencia acabó como el rosario de la aurora en la moción de censura, con su escaño vacío y en él depositado el bolso de Soraya, y con la entrega de España a sus enemigos, como Boabdil rindió Granada a los Reyes Católicos. La reaparición de Rajoy a muchos les ha recordado, lagarto, lagarto, que Aznar le entregó una derecha fuerte y orgullosa de serlo, y que cuando cogió puerta camino de las copas, aparte de la entrada de los enemigos de España en La Moncloa, habían aparecido tres derechas, tres.
Viendo a Rajoy junto a Moreno Bonilla, el hombre de la suerte, el de la baraka andaluza, el «ninot indultat» del marianismo, me he acordado de aquel torero retirado que le dijo a Juan Belmonte que iba a reaparecer. Y con su elegante tartajeo oxoniense, el Pasmo de Triana le preguntó:
—¿Y qui..qui..quién te ha pedido que vuelvas?